Dinero

«Mamá, quiero ser youtuber». Una profesión con mucho presente y futuro, pero que seguro que no ha hecho mucha ilusión a la madre del protagonista de esta historia. Un niño de 12 años se registró en el servicio de AdWords pensando que podrí­a recibir ingresos por publicidad su página web, cuando en realidad este servicio de Google cobra para poder insertar publicidad propia y ganar más visitas a sitios web. Ahora Google exige al usuario el pago de más de 100.000 euros por la publicidad contratada.

Una factura de 100.000 euros para el niño que quiso ser como los youtubers (y que Google no controló)

La confusión entre AdSense y AdWords, dos servicios de Google relacionados con la publicidad, es bastante común entre usuarios no experimentados. Por explicarlo de manera rápida y sencilla, vamos a imaginar que tenemos una página web y queremos sacarle el máximo provecho posible. Estas son las opciones que nos aportan las plataformas de Google:

  • Con Google AdSense podemos ceder espacio en nuestra web para mostrar anuncios publicitarios de otros y recibir dinero cada vez que los visitantes hagan clic en esos anuncios.
  • Con Google AdWords podemos pagar a Google para crear anuncios en los resultados del buscador, para que nuestra página web aparezca la primera (o entre las primeras) en la lista cuando otros usuarios busquen una determinada palabra clave o una combinación de palabras.

Una vez explicada esta diferencia, es más fácil entender el error cometido por el niño español de 12 años que quiso tener más ingresos y se registró en AdWords en lugar de AdSense. El resultado es una astronómica factura que ha recibido en la que Google le exige pagar más de 100.000 euros por el servicio de publicidad.

El gran peligro de este tipo de plataformas es que para utilizar Google AdWords, por ejemplo, solo es necesario registrar una página web y una dirección de correo electrónico, además de un número de cuenta bancaria. La empresa tecnológica no realiza ninguna otra comprobación: no solicita documentos de identidad para comprobar la veracidad de los datos, y tampoco controla la edad del usuario.

Google AdWords

En este caso el niño introdujo los datos bancarios pensando que a través de la cuenta recibirí­a los ingresos por la publicidad, sin saber que en realidad estaba contratando publicidad para el buscador y autorizando el cobro de grandes cantidades dinero.

El menor, que en ningún momento fue consciente de la confusión, abrió la cuenta el pasado mes de agosto junto a un amigo de 15 años que lo ayudó en el proceso. Los dos aspiraban a crear contenidos sobre música para adquirir rápidamente fama y dinero, siguiendo el modelo de los youtubers de moda.

Ahora Google exige al niño el pago de más de 100.000 euros por la publicidad, y la familia del menor ha decidido contratar los servicios de un abogado para gestionar el problema. Su objetivo principal es protestar contra un proceso que consideran admisible debido a los escasos mecanismos de control que tiene Google para evitar estos problemas: mientras que a las empresas que se registran se les exige el número NIF, en particulares solo es necesario introducir el número de cuenta bancaria, lo que supone un peligro para usuarios sin experiencia y, sobre todo, para los menores de edad.

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