Hacerse con un trípode es una de las decisiones más inteligentes que puede tomar un aficionado a la fotografía. Y es que por un precio bastante bajo ganamos un complemento que nos puede hacer crecer muchísimo en este mundo. No sólo vamos a mejorar algunas de nuestras fotos o vídeos, sino que nos puede ayudar a aprender algunos de los principios más importantes de la fotografía.
El tipo de trípode
No es lo mismo un trípode completo que un trípode de pies deformables para una compacta o un pie. Cada uno de ellos sirve para cosas diferentes y, sobre todo, para un tipo de cámara. Un pequeño trípode con patas deformables es un complemento magnífico para una cámara de fotos pequeña, que nos permitirá salir todos en una foto de grupo o grabar un vídeo con más tranquilidad. Pero para utilizar una cámara DSLR y experimentar con velocidades de obturación o efectos de imagen necesitaremos un trípode completo. El pie puede ser una gran ayuda en situaciones complejas de poca luz y sobre todo para grabar vídeos con cámaras voluminosas.
Salir todos en la foto
El primer uso práctico, antes de tener conocimientos de fotografía más avanzados, es el de hacer fotos de grupo sin necesidad de que haya nadie al otro lado de la cámara. Utilizando el temporizador, no hay más que preparar el encuadre, darle un poco de tiempo y correr a juntarnos con nuestros compañeros. El trípode permitirá que tengamos claro hasta dónde abarca la foto y que esta va a salir recta y perfectamente encuadrada.
La velocidad de obturación
Pero para aprovechar realmente este complemento hay que empezar a manejar uno de los elementos básicos de la fotografía, la velocidad de obturación. Este es el periodo de tiempo en que la cámara está dejando pasar la luz al sensor y este está «pintando» la imagen. Suele medirse en fracciones de segundo, y es que si hay buena luz, no es extraño que este valor sea de apenas 1/1000 partes de un segundo.
Pero cuando la iluminación no es tan buena, la cámara empieza a necesitar mucho más tiempo para poder recopilar suficiente luz para la foto. Por eso, las fotos que sacamos por la noche sin flash tienden a salir «movidas» (la palabra correcta es trepidadas). Esto se produce porque la cámara tiene que asignar una velocidad de obturación mucho más lenta. Si sólo dejamos pasar la luz al sensor durante 1/400 segundos la foto quedará fijada instantáneamente, pero si necesitamos más tiempo, por ejemplo medio segundo, la cosa es más complicada. Durante este tiempo, nuestras manos se van a mover, por muy bueno que sea nuestro pulso, y la imagen se va a mezclar, ya que el sensor confundirá la posición de los elementos y los «moverá».
Un trípode puede solucionar esto de manera sencilla. Nuestras manos se mueven, pero la cámara en un trípode no. Por eso, si es noche cerrada pero queremos fotografiar un edificio, podemos asignar una velocidad de obturación lentísima a la cámara, de uno o dos segundos, asegurándonos que, ni el edificio ni la cámara se van a mover de donde están durante ese tiempo.
Un truco adicional: la única posibilidad de que la cámara se mueva mientras está puesta en el trípode es que la movamos nosotros al apretar el obturador. Para evitar esto podemos utilizar el temporizador de la cámara y darle un retardo de un par de segundos. De esta manera, cuando empiece a hacer la foto, la cámara ya estará completamente quieta.
Los efectos
Pero el hecho de que una foto salga trepidada no tiene necesariamente que ser algo malo. Si controlamos este movimiento a nuestro gusto, puede ser uno de los ejercicios de fotografía más divertidos. Uno de los ejemplos más conocidos son las fotos de los movimientos de estrellas durante la noche. Si apuntamos la cámara al cielo y dejamos el obturador de la cámara abierto durante unos cuantos minutos e incluso horas, obtendremos una foto fija del horizonte, en el que las estrellas se mueven, dejando un reguero de luz.
Otro de los ejemplos más conocidos es el que juega con las luces de los coches por la noche en una calle transitada. Los edificios no se van a mover de su sitio, pero las luces de los coches que se mueven por el encuadre marcarán los carriles por los que se mueven. Las velocidad de obturación muy bajas también tienen un efecto muy interesante en las masas de agua en movimiento.
El trípode pude ser uno de los complementos más divertidos para experimentar en el mundo de la fotografía. Además, es una alternativa barata para solventar problemas de luminosidad escasa en determinadas situaciones. Y es que un objetivo superluminoso puede llegar a costar miles de euros y, aunque no es lo mismo, podemos tener un buen trípode por apenas 30.
Gracias por la informacion y el aporte
Jose Angel