La Caixa y Visa Europe han conseguido lo que parecía imposible: que los tres grandes operadores de telefonía móvil llegue a un acuerdo sobre un estándar, en este caso de pagos por móvil, y lo presenten juntos en sociedad. El resultado de este pacto es que ya se podrá pagar con smartphones equipados con tecnología NFC (Near Field Communications o Comunicaciones de Muy Corta Distancia en una traducción libre), la que se activa al poner muy cerca el móvil con otro dispositivo.
Para poder realizar pagos con este sistema tanto el móvil como la tarjeta SIM deben ser compatibles NFC. Desde La Caixa aseguran que el sistema es transparente y que, cuando se empiece a comercializar el servicio al gran público, en febrero próximo, sólo será necesario contratar online el servicio de pago por móvil. Entonces el sistema almacenará en una zona segura y encriptada de la tarjeta SIM los datos de identificación de las tarjetas bancarias de La Caixa que se quieran utilizar con el smartphone. El equipo con el que debe contactar el móvil para autorizar el pago en este caso será un datáfono adaptado a la tecnología NFC. La Caixa tiene instalados 200.000 terminales en toda España, de los cuales 110.000 ya son compatibles NFC.
El proceso de compra es muy sencillo, el usuario acercará el smartphone al terminal de pago (TPV) y, con la configuración inicial, esto será suficiente para autorizar el pago de cantidades inferiores a 20€. Las cantidades superiores requerirán de un PIN adicional que también puede configurarse para que sea necesario en cualquier transacción, por pequeño que sea su importe.
Estos tres operadores cubren el 80% del mercado nacional y esto asegura, según las compañías que apoyan esta iniciativa, que la penetración del servicio entre el público será bastante rápida. Para el primer año se prevé que lo adaptarán unos 100.000 usuarios. Todos ellos tienen grandes esperanzas puestas en los micropagos, aquellos para los que tradicionalmente no se usan las tarjetas de débito o crédito y que ahora podrían ser mucho más comunes. Las estimaciones más agresivas apuntan a que este servicio le lleva casi un año de ventaja al resto de entidades financieras europeas, aunque lo previsible es que ahora se den todos mucha prisa.
Un aspecto que se ha tenido muy en cuenta es que el almacenamiento de las tarjetas en el teléfono sea seguro y que no comporte riesgos si se extravía el móvil. Nadie puede tener acceso a los datos encriptados de las tarjetas, que sólo sirven para autenticar el pago con complicados algoritmos y nunca salen «en abierto», por lo que no se pueden robar. Otra cosa es que alguien se haga con el móvil y éste no esté configurado para pedir el PIN para transacciones de menos de 20€. En este caso habrá que contactar con La Caixa para cancelar las tarjetas, ya que es la que centralizará las gestiones con los usuarios como hace con cualquiera de sus otras tarjetas electrónicas. Del mismo modo, los usuarios estarán protegidos por el servicio CaixaProtect que les cubre antes usos no autorizados de sus medios de pago electrónicos.