Hace pocos días celebraba su decimoquinto aniversario, 15 años en los que Google ha pasado de ser una alternativa a los buscadores que se empleaban en 1998 (Yahoo, Altavista, Webcrawler, etcétera) a convertirse en una presencia constante en nuestras vidas. La interminable lista de servicios que ofrece (correo, documentos online, traductor, etcétera), sumado a su entrada en la carrera del software (Chrome, Picasa”¦) y de los sistemas operativos (con Android y Chrome OS) hacen que forme parte importante de nuestro día a día. Sin embargo, no hay que olvidar que todo este imperio se ha construido a partir de algo a la vez tan básico y tan complejo como el buscador. Y, claro, la tecnología que hay tras él. Por eso, sería muy interesante recordar cómo nació el algoritmo de Google y, en el camino, descubrir todo el rico ecosistema que ha nacido alrededor de él. No en vano, atesora, entre otros, el honor de que a su sombra haya nacido una nueva especialidad profesional de la que, sin duda, habrás escuchado hablar mucho estos últimos años: el SEO.
Seguramente ya sabrás que los dos creadores de Google, Larry Page y Sergey Brin, fueron alumnos de postgrado de la Universidad de Stanford (por la que también pasaron, por ejemplo, Steve Jobs, o Jerry Yang y David Filo, creadores de Yahoo!, y esta no es la única conexión entre ambas empresas). Allí vivieron el boom de Internet, tiempos en los que cada día aparecían nuevas páginas, y en los que cada vez era más complicado poder trazar un mapa global de los contenidos de la red. Hasta ese momento, los servicios de búsqueda en Internet se apoyaban en una estructura de directorio temática y la catalogación del título y unos pocos (muy pocos) elementos más. Por lo tanto, tanto el nivel global de indexación de la web, como el grado de precisión de la misma eran bastante bajos.
Entonces, inspirados por el trabajo de otros matemáticos e informáticos que ya habían sentado las bases para ello, empezaron a trabajar en un sistema que fuera capaz de medir la relevancia de las páginas web y, para ello, se basaron principalmente en los enlaces. Y ese es el origen de Pagerank, el primer sistema empleado por Google para medir la relevancia de las páginas web y, con ella, ordenarlas de una u otra manera al mostrar los resultados de una búsqueda. Como bien recuerdan los compañeros de El diario de Turing en un artículo técnico sobre el origen del algoritmo, su gran éxito no consiste en diseñar el concepto en sí, sino de poder aplicarlo a la escala adecuada. En el caso de Google o, para ser más exactos, de la primera versión de Google, en ser capaz de analizar e indexar adecuadamente 24 millones de páginas web. El verdadero mérito de Page y Brin fue ser capaces de tomar todo el trabajo existente hasta el momento (y cuya autoría nunca se han atribuido, claro está), y aplicarlo de manera práctica a un sistema que fuera capaz de gestionar un volumen de información tan increíblemente alto como es Internet.
Y, como te comentábamos al principio, coincidir en el campus de Stanford no es lo único que conecta a Google y Yahoo! En 1997, los creadores de Pagerank no tenían intención de crear una empresa, menos aún una empresa dedicada a las búsquedas en Internet. Así que, una vez que su tecnología estaba lista, fueron a las oficinas de Yahoo! para ofrecérsela por un millón de dólares. En aquel momento, a los ejecutivos de la empresa no les pareció una buena idea, así que declinaron la oferta. Cinco años después, en 2002, Yahoo! hizo a Google una oferta por 3.000 millones de dólares para comprar aquello que, cinco años antes, podría haber adquirido por uno. Esta vez, Google declinó la oferta. Y fue la negativa de Yahoo! la que hizo que Page y Brin, que aspiraban a ser académicos, terminaran por convertirse en los creadores de una de las empresas más importantes de este siglo.
Vía eldiario.es
Interesante historia, de emprendimiento y saber mirar más allá de la nariz.