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Las vacaciones de verano son uno de los mejores momentos para ponernos a hacer fotos. Después de muchos meses de trabajo, un merecido descanso merece ser retratado. Desde hace tiempo, llevamos siempre una cámara de fotos en el bolsillo, acoplada a nuestro móvil. Las cámaras de los teléfonos han evolucionado mucho en los últimos tiempos y muchas han adquirido una gran calidad. Sin embargo, muchos aficionados siguen considerando que no pueden hacerle sombra a una auténtica cámara de fotos. No existe una respuesta mágica a esta cuestión, pero si es importante tener unos cuantos conceptos claros para poder hacer las mejores fotos posibles estas vacaciones.

¿Para qué una cámara si tengo la del móvil?

Pues depende de lo que queramos hacer. La mejor foto es la que tomamos en el momento exacto. Muchas veces lo más importante de una foto no es la calidad de la imagen, sino la historia que nos cuenta. Los móviles tienen una ventaja casi insuperable: los tenemos siempre encima.

Sin embargo, las cámaras de los móviles aun tienen mucho que envidiar a la más sencilla de las compactas. Una de las cosas más importantes de un teléfono móvil es su peso y sus dimensiones. Un teléfono tiene que ser fino y ligero, y esta caracterí­stica es incompatible con una buena óptica fotográfica.

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¿Y para que sirve la óptica de una compacta?

Básicamente su objetivo es de dotar a la cámara de más posibilidades. La mayor parte de las ópticas que incluyen las cámaras compactas permiten ampliar la imagen, es decir, son ópticas zoom. Cuando ampliamos la imagen en la cámara del móvil, lo único que hacemos es recortar la imagen digital que tenemos. Al hacerlo, cada vez hay menor cantidad de pí­xeles en el mismo espacio, con lo que en la imagen empezamos a distinguir esos incómodos cuadritos. Este año hemos visto un teléfono que pretendí­a resolver este problema. Se trata del Nokia PureView 808. No incluye una óptica, sino un enorme sensor de 41 megapí­xeles. Con esto, al recortar la imagen para ampliarla, no pierde demasiada calidad.

Sin embargo, un tamaño de sensor como este es una (extraña) excepción en el mundo de los teléfonos móviles. En la inmensa mayorí­a de los casos, con una compacta llegaremos más lejos. Además una óptica tradicional también nos aporta más luminosidad. En fotografí­a, la luz (o la ausencia de ella) lo es todo. Si la óptica es poco luminosa, el sensor se verá obligado a compensar de manera artificial esta falta. Para esto aumentará la sensibilidad (ISO). Con esta «trampa», podremos hacer fotos con poca luz con un teléfono móvil. Eso si, tendremos un efecto secundario. Se llama ruido de imagen, y son esos pequeños puntos rojos que aparecen en las fotos con este problema.

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Entonces, ¿me vale con la cámara del móvil para las vacaciones?

Evidentemente, depende. Depende de que cámara tenga el móvil y de que tipo de fotos se pretenda hacer. Las vacaciones no se suelen parecer demasiado a una exposición de arte, no necesitamos que las fotos salgan perfectas. Al fin y al cabo, las fotos de las vacaciones sirven para eso, para demostrar o recordar que hemos estados fuera, y para eso no hacen falta grandes alardes artí­sticos, sino buenos momentos. Para esto, lo mejor es contar con una cámara en todas partes, y en eso el móvil se lleva el premio.

Las posibilidades crecen con una cámara compacta, pero es muy probable que no la necesitemos para hacer las fotos de la playa. Si nuestro viaje nos lleva a destinos exóticos y queremos volver con preciosas fotografí­as del entorno, es posible que la cámara del móvil se nos quede muy pequeña.

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