Por lo visto, durante la gestión de Teddy Bautista, cualquiera podía vivir a costa de la SGAE excepto la gran mayoría de los socios. Uno de los que se lo llevó magro, cómo no, fue Urdangarín. El Instituto Nóos que dirigía junto con Diego Torres recibió en total 750,000 euros de la SGAE, a cambio de la realización de diversos estudios. No debían tener demasiado tiempo, o más bien pocas ganas de trabajárselo, porque uno de ellos, que costó 300,000 euros, tenía sólo 24 páginas, con apenas 12 líneas de texto por página. Algo más de 12,000 euros la página.
Por ese precio uno esperaría que por lo menos desvelaran la fórmula de la Coca-Cola, pero los expertos que le han echado un vistazo afirman que está lleno de obviedades. Los de Nóos dedicaron apenas 10 líneas a explicar en qué consistía el estudio de mercado, y tras ello, contiene diversas perlas como por ejemplo: «las campañas contra la piratería, si bien necesarias y efectivas, tienen el efecto secundario de crear una imagen pública, antipática, autoritaria y poco cercana».
En un arrebato de clarividencia llegan a la conclusión tras «una rápida investigación secundaria en medios” de que “hay un segmento de la población, tal vez pequeño aunque ruidoso, de detractores de la SGAE«. Es probable que esto sea una metáfora sencilla, y que en realidad lo que querían decir es que la SGAE es uno de los nombres más odiados de España. Del susodicho estudio de mercado de 10 líneas, extraen la conclusión de que «el contexto actual viene marcado por la irrupción de la piratería«, y de que «en nuestra sociedad hay escaso conocimiento sobre cómo funcionan los derechos de autor y su papel en el desarrollo de la cultura».
Como conclusión final, proponían mejorar la imagen de la SGAE, montando un evento público calcado del que ya habían vendido a las autonomías valenciana o balear. Bautista había contratado el estudio para «diseñar la nueva estrategia de patrocinio, mecenazgo y acción social de la Sociedad General de Autores». La realidad, como el reconoció en alguna ocasión, es que lo que pretendía era hacerse amigo de la Familia Real, a lo mejor así lo invitaban a esquiar, o a dar una vuelta en yate.
El autor “crea” una canción que se la vende al interprete y cobra por ello. El interprete vende sus conciertos y cobra a sus clientes.(también cobra de los discos que vende). Un negocio como el de un arquitecto, un ingeniero. No entiendo porque tenemos que estar pagando toda la vida. Que hay piratería, en todos los negocios hay piratería. La hostelería tiene el botellón y que tiene que hacer pedir ayudas al gobierno,NO.tiene que adaptarse. La SGAE tiene que desaparecer. Y todas las demás entidades AGEDI”¦
Estoy totalmente de acuerdo, y lo que me parece aun mas un abuso en toda regla, es que pretendan cobrar en un ayuntamiento por poner musica en fiestas, o en un bar o peluqueria por tener la radio, entiendo que la radio emite para todo aquel que quiera escucharlos.
La sgae no deberia existir.