El modelo P7100 de Nikon es una cámara compacta muy atractiva, con un cierto aire a equipo antiguo, sobre todo cuando te fijas en los innumerables controles y ruedas que presenta en la parte superior. Se trata de un aparato muy capaz, dotado de un sensor de imagen de 10 megapíxeles, y con un objetivo gran angular de 28 mm con zoom de 7 aumentos que tiene anillo de control. Así, llega hasta los 200 mm en teleobjetivo.
Para un fotógrafo avanzado y medianamente exigente resulta una cámara adecuada. Las imágenes pasan a través de un procesador Expeed C2, mucho más rápido que el empleado en cámaras anteriores. Las fotografías son buenas y se almacenan en formato RAW. Lo único que se queda un poco corta para las exigencias actuales es la grabación de vídeo. Lo hace en alta definición pero no en FullHD. Se queda en 720p a 24 imágenes por segundo.
En la trasera presenta una pantalla de tres pulgadas con una resolución de 921,000 puntos, y que se puede mover en todas las direcciones. Facilita mucho la tarea a la hora de hacer esas fotos complejas que de otra manera requerirían posturas imposibles para quien no sea acróbata. El diseño es muy cómodo, fácil de usar y de manejar. También se agradece la inclusión de un visor en la parte superior que vendrá de perlas a quienes no se sienten cómodos con las pantallas LCD.
El tiempo de arranque es muy rápido y la transmisión y el proceso de las fotos también. Tiene un buen conjunto de filtros artísticos, ninguna cámara actual se libra de ellos, pero sobre todo ofrece un buen número de controles manuales. Los fotógrafos que prefieren configurar personalmente cada parámetro de imagen se van a sentir más tranquilos al ver todas esas ruedas situadas en la parte superior. Está disponible desde 350 euros.