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Partidos como el de esta noche generan expectación incluso más allá de nuestras fronteras. El número de fotógrafos acreditados se cuenta por cientos, y prácticamente no queda ni una sola imagen que pase desapercibida para los objetivos de profesionales y aficionados. Si quieres saber cómo trabajan los profesionales, o piensas acudir al campo cámara en mano, esto te interesa.

Lo primero es evidente. Dudamos que dejen a ningún fotógrafo invadir el terreno de juego para hacer mejores fotos. Y los campos de fútbol son enormes, por lo que el uso de teleobjetivos es obligado. ¿Y qué es un teleobjetivo? Pues muy simple: es un objetivo con una distancia focal considerablemente más larga que un objetivo normal. Es decir, que cierra el ángulo de visión de la cámara, para centrarnos en objetos lejanos.

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No debemos confundirnos, los teleobjetivos no son sólo esos objetivos enormes que vemos siempre en manos de profesionales. La mayor parte de las cámaras compactas de hoy en dí­a, llevan un objetivo zoom que supera con facilidad los 100 mm (o más bien su equivalente), y eso se ha considerado siempre un teleobjetivo. Además, ya es fácil ver cámaras muy baratas en manos de aficionados que cuentan con teleobjetivos enormes.

Los profesionales suelen sacar sus mejores instantáneas desde la banda. Estar en el fondo, detrás de la porterí­a, limita mucho el trabajo, y podemos tener problemas de perspectiva. Los teleobjetivos aplanan las fotografí­as, y corremos el riesgo de sacar una foto detrás de la porterí­a de Casillas y que parezca que el guardameta está en la mitad del campo. Desde las bandas podremos abarcar una perspectiva mucho mejor y con menos riesgo de falsear en exceso las imágenes.

La clave de fotografiar cualquier evento deportivo es la velocidad. Tanto la de la cámara como la del fotógrafo. Debemos estar atentos a las situaciones más insospechadas para poder actuar con rapidez, y tener la cámara lista en cualquier momento. Con cincuenta cámaras de televisión grabando y emitiendo el partido, el espacio de los fotógrafos es el de los detalles. Un gesto, una perspectiva especial, algo que haga a nuestra foto original y diferente.

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Pero tan importante como la velocidad del fotógrafo es la velocidad de obturación. Trabajar con un teleobjetivo suponer tener que luchar contra la cámara. Forzando el tele al máximo deberemos elegir una velocidad de obturación muy alta, superior al menos a 1/400, o todas nuestras fotos terminarán trepidadas (movidas). Otra ayuda es tener la cámara apoyada. Un trí­pode, un bastón de apoyo o, en su defecto, una buena barandilla.

El fotografiar a velocidades tan altas tiene un lógico efecto secundario: falta luz. Utilizar un objetivo muy luminoso es lo más recomendable, pero la luminosidad en un objetivo se paga, y cuando hablamos de telobjetivos superluminosos, se paga muy cara. La solución más barata es forzar la sensibilidad, el ISO. Ésto supone la aparición de ruido, una pequeña pérdida para conseguir la iluminación necesaria. No nos equivoquemos, siempre es mejor tirar una foto con el ISO forzado que subexponerla.

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Pero si no tenemos más remedio que estar detrás de la porterí­a, también podemos hacer cosas muy interesantes. Si nos fijamos con atención, en los partidos de fútbol profesionales encontraremos decenas de cámaras «abandonadas» detrás de las porterí­as. No es que se esté produciendo una huelga de fotógrafos, sino que las cámaras son activadas por control remoto. ¿Por quién?, pues, normalmente por profesionales que se encuentran en las bandas cubriendo otras perspectivas. Muchas de las espectaculares fotografí­as que vemos de remates de córner, o del balón traspasando la red mientras el portero vuela, están tomadas de esta manera. Es posible que la foto del gol de la victoria del Barcelona – Real Madrid se tome sin nadie detrás de la cámara.

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Es fácil pensar que en uno de estos partidos «del siglo» no quede nada nuevo que fotografiar, pero miles de aficionados y profesionales se agarran a sus cámaras durante los 90 minutos. A veces un gesto de un jugador, o del árbitro, o una perspectiva especial de las gradas, puede resultar más interesante que la tí­pica foto del gol. Revisamos las cámaras, vaciamos las tarjetas, cargamos las baterí­as y… ¡que gane el mejor!

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