Hace unos días, el New York Times publicó que Google y Verizon pretendían un acuerdo por el que la operadora privilegiaría los contenidos de Google sobre los de otros sitios. El diario afirma que la información provenía de «fuentes próximas» a la negociación. Las dos empresas se apresuraron a negarlo e hicieron declaraciones en las que defendían la neutralidad de la Red. No obstante, matizaron sus palabras al decir que los servicios de Internet en el móvil eran una excepción. Algo que pone cuando menos en entredicho sus palabras a favor de la igualdad en el ciberespacio.
Dicha práctica, así como las pretensiones de muchos representantes del mundo empresarial, véase al director de Telefónica en España, César Alierta, choca con la consideración de Internet como un derecho fundamental para cualquier ciudadano del mundo. Así lo ven muchos críticos de la postura de ambas compañías. La decepción ha sido sobre todo patente en el caso de Google. Los de California podían presumir de una política que simpatizaba con los intereses de los usuarios, hasta ahora. Después de la tentativa junto a Verizon, tanto si fracasa como si no, se habrá convertido en una empresa más del montón.
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