2010_03_30_LHC

El 30 de marzo de 2010, a las 13 horas, ha tenido lugar la primera gran colisión de partí­culas en el interior de lo que algunos llaman ”˜La máquina de Dios”™ el gran colisionador de hadrones (Large Hadron Collider o LHC) gestionado por el Laboratorio Europeo de Fí­sica de Partí­culas (CERN). El LHC comenzó su andadura no sin ciertos problemas técnicos que lo dejaron en dique seco por culpa de una averí­a inesperada.

Solucionado el problema, este prodigio de la ingenierí­a ha alcanzado su completa operatividad hoy, consiguiendo alcanzar su plena potencia y colisionando las primeras partí­culas. En contra de lo que algunos agoreros sensacionalistas pronosticaban, el funcionamiento de la máquina no ha generado ningún agujero negro que se tragarí­a el planeta entero. Seguimos todos aquí­ y ahora es el turno de los cientí­ficos del CERN de analizar la avalancha de datos servida por el LHC para responder a preguntas tales como la formación del universo.

El LHC comenzó a proyectarse hace 20 años y tardó 10 en construirse. Se trata de un conducto subterráneo con forma circular y una longitud total de casi 27 kilómetros, con cerca de 10.000 imanes superconductores y una temperatura de funcionamiento de 271 grados bajo cero.

En el interior de esta máquina cuya construcción, pese a lo mareante de las cifras, apenas supone una fracción del gasto militar mundial, los cientí­ficos aceleran haces de partí­culas provocando hasta 600 millones de colisiones por segundo que generan temperaturas 100.000 veces superiores a las del sol. Hoy, el LHC ha alcanzado su máxima potencia, 7,5 teraelectronvoltios (TeV) más de tres veces la potencia alcanzada por el acelerador estadounidense Tevatron, hasta ahora el mayor del mundo en funcionamiento.

Después del hito cientí­fico de hoy, aún habrá que esperar meses antes de que los resultados ofrezcan nuevas lí­neas de investigación en fí­sica de partí­culas, una rama de la ciencia que puede contribuir a un desarrollo tecnológico nunca visto hasta ahora. Os dejamos con un ví­deo del momento en el que los cientí­ficos del CERN celebraban el momento de la primera colisión. Más de un escéptico quizá también celebraba secretamente el seguir estando ahí­, y no en otra dimensión después de cruzar un agujero negro.

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