No sólo los internautas de a pie están en contra del anteproyecto de ley que el Gobierno español ha lanzado estos días para pasmo de los ciudadanos. José Juan Bigas Luna, propietario de obras maestras como Bilbao (1978), Jamón, Jamón (1992) La teta y la luna (1994) o Volavérunt (1999), ha dicho que pondría una alfombra roja a todos aquellos que descargan sus películas a través de Internet. Y es que lo más importante para este maestro del cine español no es el dinero por el dinero, sino que la gente vea sus películas y sienta verdadera pasión por ellas.
Las declaraciones de tan carismático cineasta no han acabado aquí. Y es que el autor barcelonés no ha dudado en calificar de hipocresía brutal una ley que va en contra de los usuarios que descargan contenidos a través de Internet. Cabe recordar que la misma Ley de Economía Sostenible contempla el cierre de las páginas web que incluyan enlaces redirigiendo a las descargas. En este sentido, Bigas Luna ha culpado directamente a las operadoras de telefonía, según él, auténticos monstruos a los que nadie es capaz de enfrentarse.
Él dice que ningún Gobierno se atreve con ellos y que ellos son los que verdaderamente se están forrando. «Cobran a la gente por bajarse mis películas, pero a mí no me pagan nada«. Pero la postura del director no es la única que destaca entre la gente del gremio. En los premios AntiSgae celebrados en Barcelona el pasado mes de noviembre, el cantautor Duquende o el escritor Alberto Vázquez Figueroa hicieron alegatos en la misma postura. Por algo será.
Fotos de: Anajr y Cien de Cine / Vía: El Confidencial
Felicidades por la sinceridad de Luna. Ciertamente entre los asociados a la SGAE algunos suspirarían porque se descargaran gratis una de sola sus canciones. Pero no, ni regaladas.
Bigas Luna, como creador, decide si regala o no. Otra cosa es que cualquiera con un ADSL se baje lo que le salga de la pipitilla con tal de ahorrarse el dinero. Tengo la sensación de que la forma de pensar de Bigas Luna y la de otros muchos creadores con las mismas ideas, lejos de considerarla como una manera mas de ver las cosas, la agarramos con complacencia como una justificación para hacer lo que queramos con el trabajo ajeno. Un ejemplo: Un amigo mio, pintor, me dijo un día: Tengo miles de CD’s, pero desde que tengo ADSL ya no me gasto un centimo. Muy bien, le dije, ¿sabes que voy a hacer con las fotos de los cuadros que te acabo de fotografiar? Las colgaré en Internet para que todos las puedan disfrutar, bajar imprimir y difundir libremente. ¡¡¡El muchacho se enfadó con mi propuesta!!!