lavabos con altavoces

Estos dí­as nos están enseñando en un divertido spot publicitario lo que es la hidrosordera. Está claro que la conciencia medioambiental orientada al ahorro del preciado oro lí­quido (el agua, se entiende) se extiende como los insultos en un programa del corazón, y era de esperar que la tecnologí­a de lo absurdo abrazase con su peculiar acento algún tipo de iniciativa que nos metiese entre ceja y ceja la necesidad de cerrar el grifo cuando no se usa.

La propuesta acustico-visual de Alejandro González Novoa busca poner las cosas claras y aunar el activismo medioambiental con el arte, la tecnologí­a y en general lo superfluo. Fue en el año 2006 cuando el artista pudo instalar su performance en la Galerí­a Projektraum Kunstlerhauser Worpswede, y lo hizo gracias a la beca Kunstlerhauser Worpswede.

El invento, que no es tal, consiste en un par de altavoces de una potencia más que considerable empotrados en una pared bajo un par de grifos de dudoso diseño. Los altavoces hacen la forma visual de lavabos, pero sólo visuales, ya que conservan su función original, emitiendo en todo momento el sonido caracterí­stico del agua correr, recordándonos en un tono monotonamente familiar que somos unos derrochadores. Sin duda, el muchacho pretende rascarnos en la vengí¼enza, si no a ver a cuénto de qué iba a estampar dos altavoces contra un muro.

Mientras tanto, quizás haya que quedarse con otro modelo de lavabo musical, más fino y funcional si queremos que el iPod nos coree mientras silbamos al son de lavarnos las manos.

Ví­a: No me lo puedo creer

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