¿Te parece que una muestra de 4.500 hogares es muy corta para determinar qué se hace en los 21 millones de viviendas españolas? Pues según los expertos en la materia, es una cifra que proporciona bastante exactitud. Así piensan en TNS (Sofres para los amigos), la empresa británica que mide las audiencias de televisión en España. Desde abril de 2009, el número de audímetros funcionando en nuestro país crecerá de los 3.845 actuales a 4.500.
Esto supone un crecimiento del 17% en el número de esos aparatitos que se colocan estratégicamente en algunos hogares, para registrar en todo momento qué programa se ve en cada pantalla y determinar de forma estadística la audiencia de toda la televisión. Nadie sabe en qué casas están estos audímetros (excepto Sofres y los hogares que los poseen, claro), para evitar que nadie influya en el comportamiento de los televidentes seleccionados. Y es que, al fin y al cabo, estos hogares determinan cuánto se paga por los espacios publicitarios en la pantalla del salón.
Según Sofres, la decisión de instalar audímetros en 655 hogares más responde a la necesidad de analizar las audiencias con mayor profundidad y precisión. ¿Y por qué precísamente ahora? Pues porque con la llegada de la TDT ha aumentado el número de canales, y muchos de ellos tienen una audiencia menos masiva de lo habitual. Y no sólo porque ahora el espectador tenga, en teoría, más donde elegir.
También influye el hecho de que la cuota de pantalla de la nueva tele digital sólo llegue al 17,4%, como muestra el Observatorio de Impulsa TDT basándose en datos proporcionados por la propia Sofres, correspondientes a septiembre de 2008. Un avance respecto al 13% que se registró en mayo, pero sigue siendo poco. Es decir, para afirmar que determinado programa tiene tantos miles o millones de audiencia con una base científica sólida, hacen falta más audímetros.
El parque de audímetros ya ha sufrido aumentos similares por motivos similares. Por ejemplo, en 2006 se instalaron 540 audímetros (pasando de los 3.305 de entonces a los 3.845 actuales), para registrar con mayor precisión la audiencia de las regiones que habían estrenado su propio canal autonómico (Aragón, Asturias, Baleares y Murcia). Si retrocedemos hasta 1993, nos encontramos con que la España que se recuperaba de la resaca de los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Expo de Sevilla tenía sólo 2.500 hogares «audimetrados».
Además, Sofres afirma que no se trata sólo de añadir más audímetros, sino de sustituir todos los anteriores por otros más avanzados. En cualquier caso, estamos ante un fenómeno no exento de polémica. Es lógico que nadie, de ninguna forma, pueda conocer la situación de los audímetros. Y desde Sofres aseguran que, como no podía ser de otra forma, su distribución por el territorio nacional se hace teniendo en cuenta los porcentajes de población de cada zona, junto con aspectos como el sexo o la franja de edad. Pero existen algunos casos concretos que plantean dudas respecto al sistema.
Y no hablamos de, por ejemplo, la audiencia televisiva de los bares. Sofres sólo analiza las emisiones en abierto, y cuando un establecimiento ofrece a sus clientes un partido de fútbol en pay per view, es la propia empresa que ofrece el partido, veasé Canal Plus, quien estima la audiencia del encuentro. Pero a nadie se le escapan fenómenos como el buen nivel de audiencia de los documentales de La 2 a la hora de la siesta. ¿Son los audímetros capaces de determinar cuándo alguien ve de verdad las llanuras del Serengueti en su salón y cuándo se ha quedado dormido mientras hace la digestión?
Otro hecho destacable es la repentina desaparición de programas infantiles vivida hace algunos años. A día de hoy, muchas cadenas han recuperado este tipo de espacios en su parrilla. Pero teniendo en cuenta que el aumento del número de audímetros se produce cada cierto tiempo, ¿no será que los niños que vivían en hogares con audímetro dejaron de ser tan niños en ese intervalo de tiempo y, por tanto, ya no estaban interesados en ver el Club Disney o Megatrix?
Podríamos ir un poco más allá y preguntarnos más a fondo sobre la distribución de los audímetros. Cuando se produce un aumento de su flota, ¿cómo se hace? ¿Se mantienen los audímetros en los mismos hogares en los que ya estaban o se inicia la distribución desde cero? Nosotros nos inclinamos por esta última opción, porque de lo contrario los programas infantiles tendrían una audiencia irrisoria, mientras que los destinados a personas de mayor edad monopolizarían el share y, por lo tanto, las inversiones publicitarias.
Ésta es precísamente una de las mayores críticas que se ha hecho al sistema en los últimos años, debido a los altos niveles de audiencia registrados, por ejemplo, por esas galas conducidas por Jose Luis Moreno en Televisión Española. No tenían rival en lo que a audiencia se refiere. Y curiosamente su contenido se dirigía a televidentes de cierta madurez (por ejemplo, por los artistas invitados, muchos de los cuales vivieron su mejor época hace algunas décadas).
Sí, en esto también influye el envejecimiento de la población española, que como es habitual en cualquier país desarrollado, tiene una alta concentración en las capas medias y altas de edad. ¿Pero hasta qué punto influye? Es lógico que Sofres trate de forma confidencial sus datos, pero no estaría de más una mayor transparencia en los datos puramente estadísticos para no dejar tantas preguntas sin responder. En el tintero nos dejamos éxitos de audiencia de series como «Ana y los 7», porque aquí ya entramos en el complicado terreno de los gustos personales.
Al menos, a más audímetros más exactitud en la medición. En este aspecto, España es el séptimo país del mundo con más hogares «audimetrados». Entre los que nos superan figuran tres países europeos, todos ellos con entre 5.100 y 5.400 audímetros: Alemania, Italia y Reino Unido. Precísamente en este último, se prevé que la inversión publicitaria en Internet supere a la televisiva. ¿Tendrá esto algo que ver con los sistemas de medición de audiencia de ambos medios?
Imágenes: Lorri37, Jack Brodus, Aaron Escobar.
Vía: elmundo.es