Los hologramas tridimensionales podrían dejar de pertenecer a la ciencia-ficción y llegar a los hogares antes de lo que muchos piensan. Eso es lo que asegura un grupo de científicos de la Universidad de Arizona, quienes a principios de este año desarrollaron un sistema tridimensional que podría romper moldes. Se trata del primer dispositivo de este tipo que puede borrarse y actualizarse en apenas unos pocos minutos.
Esto es “un prerrequisito para cualquier tipo de tecnología de hologramas en movimiento”, comenta el doctor Nasser Peyghambarian, del departamento de Ciencias Ópticas. Pero también añade que “la forma en la que trabaja actualmente no es adecuada para imágenes 3D”. Con estas afirmaciones quiere especificar que sólo se ha puesto la primera piedra del camino. Pensemos, por ejemplo, en el sistema de televisión europeo actual: para que su versión holográfica fuese igual de efectiva las imágenes tendrían que actualizarse 25 veces por segundo. Estos investigadores sólo han conseguido que una única imagen se actualice cada varios minutos.
Y eso que este equipo lleva trabajando en la materia desde hace 18 años. Pese a ello, Peyghambarian se muestra optimista: “nos llevó algún tiempo alcanzar el primer avance, pero tan pronto como logras el primer elemento que funciona el resto llega rápidamente”, justificó. Su próximo objetivo es conseguir imágenes más grandes en tres colores, pues las que han obtenido hasta el momento son monocromas y de sólo 10 centímetros en altura y anchura.
Respecto a la superficie en la que se proyectarían los hologramas se han estudiado dos posibilidades distintas. Podría llevarse a cabo en paneles instalados en la pared, de forma similar a las pantallas planas que utilizamos hoy en día. Pero también podría tener una orientación vertical, algo parecido a una mesa en cuyo centro aparecen las proyecciones.
Aunque por el momento la investigación carece de patrocinios, Pyghambararian confía en que estos avances motiven a las compañías para invertir en su proyecto, y que así esté listo en unos cinco o diez años. Como referencia han tomado el caso de Japón, cuyo gobierno ha ofrecido un gran apoyo financiero al desarrollo de la televisión tridmensional, con vistas a que esté disponible para 2020.
No obstante, no todas las opiniones son tan optimistas. Justin Lawrence, profesor de Ingeniería Electrónica en la Universidad de Gales, no cree que la tecnología vaya estar lista para su comercialización en ese margen de tiempo. “Una cosa es demostrar algo en un laboratorio y otra producirla de forma lo suficientemente barata y eficiente para distribuirla al mercado de masas”.
Además del punto de vista de Lawrence, habría que añadir que el formato natural de la televisión como el cine ha sido siempre en dos dimensiones. Para que su uso fuese generalizado sería necesaria una revolución en todos los sentidos, desde los equipos que registran y emiten los vídeos hasta la mentalidad de los directores acerca de cómo tienen que rodarlas. Sin olvidarnos de un público que, salvo puntualísimas excepciones, está acostumbrado a ver imagenes bidimensionales (el cine en 3D con gafas, por ejemplo, es minoritario pese a que existe desde hace décadas). Quizás hagan falta más de diez años para lograr eso. Pero como herramienta para cirujanos, en videoconferencias o para aplicaciones audiovisuales domésticas sí podría abrirse paso con mayor rapidez.
Vía: DVICE