No hay verano que no leamos la noticia de la muerte de algún niño en una piscina. Este año, incluso, las cifras de muerte por ahogo se han disparado de forma desorbitada durante el mes de agosto. Para evitar este tipo de desgracias, la tecnología nos ayuda con un detector de caídas especialmente diseñado para la seguridad de los niños o incluso de los animales de compañía, en entornos acuáticos normales o hasta tan peligrosos como el de la Nemo 33.
El aparato se compone de una pulsera con forma de tortuga que se coloca en la muñeca del niño. El chisme envía la señal a una base que el progenitor debe mantener a su lado y a menos de 30 metros de la piscina. Cuando la pulsera se sumerge en el agua, la base emite una señal para alertar de que el pequeño se encuentra en contacto con el agua.
Una de las cuestiones a mejorar es la compatibilidad de la pulsera con cualquier entorno acuático. Por lo visto, no podríamos utilizar el aparato en el mar, ya que no tolera concentraciones altas de sal. Los animales de compañía también tienen su versión en collar para evitar que el perro o gato nos den un disgusto en plenas vacaciones. Aunque no sustituye la atención de un humano, puede resultar eficaz ante cualquier imprevisto. Lo podemos adquirir desde España en esta tienda, al precio de 250 euros.
Foto de cabecera de Cuppojoe / Vía: Factoría Espía
Han tenido que inventar cosas como éstas, porque la mayoría de piscinas no tienen guardas, y si los tienen están más ocupados de mirar tías que de hacer su trabajo