Hoy en día, Internet nos permite comunicarnos y conocer nuevas personas de cualquier lugar del mundo. Pero el spam ha crecido a un ritmo incluso superior al de la población mundial de Internet. Y para captar a internautas desprevenidos, inexpertos o excesivamente inocentes, uno de los recursos más habituales consiste en un chico o chica que se autodefine como «sexy» y cuya mayor aspiración vital consiste en conocer al mayor número de personas posibles.
Este tipo de argucias existen prácticamente desde el inicio de Internet, fundamentalmente a través del correo electrónico. Pero su extensión resulta especialmente preocupante en los programas de mensajería instantánea y las redes sociales. Si usas Skype, probablemente sabrás de qué estamos hablando. Éste es uno de los casos más graves, pues aunque no vayamos gritando nuestro nombre de usuario a los cuatro vientos por la Red, no nos libraremos de varios mensajitos diarios en los que una persona, a menudo extranjera, insiste en contactar con nosotros.
Detrás de estas personas, en realidad, se esconde un robot que lanza mensajes aleatorios a un gran número de usuarios. Si llegaras a contestar estos mensajes (práctica que desaconsejamos totalmente), veremos que su objetivo final es que, después de un par de contactos supuestamente reales (y a menudo fingidos de una forma visiblemente falsa y cutre), entres en determinada página o pinches sobre algún enlace. Y, a partir de ahí, estarías a un solo clic de ratón de programas espía que se pueden instalar en tu ordenador sin tu conocimiento. O a un paso de entrar en webs de phishing que simulan ser verdaderas para conseguir nuestro número de cuenta bancaria o los datos de la tarjeta de crédito.
Tres cuartos de lo mismo sucede en redes sociales tan de moda como la propia Facebook. Especialmente, a través de esas aplicaciones desarrolladas por terceros que podemos integrar en nuestra cuenta de usuario. Con ellas, puntuamos del 1 al 10 el atractivo físico de otras personas en función de sus fotos, elegimos cuál es la que más nos gusta de entre dos opciones y, por supuesto, tenemos la opción de iniciar contactos por mensajes, chat o, como sucede con la foto de arriba, por correo electrónico.
El problema es que esa persona atractiva que te ha puesto un 10 sobre 10 e insiste en contactar contigo, ha hecho exactamente lo mismo con otro centenar de usuarios en apenas unos minutos, para ver si alguien muerde el anzuelo. Con esto no queremos decir que no vayas a encontrar gente real y que quiera conocerte de verdad en Internet. Pero si te lo ponen excesivamente fácil, desconfía. Y si insisten en contactar contigo antes de que tengas oportunidad de escribir una sola palabra, desconfía más todavía. Vamos, como en la vida real. El que avisa no es traidor.