A simple vista, este Dash Express no parece más que un navegador GPS con pantalla de 4,3 pulgadas y un diseño bastante llamativo. Pero tiene algo que lo hace distinto de todos los demás (y no es un alcoholímetro integrado): el fabricante ha decidido montar una red para facilitar rutas alternativas en función del estado del tráfico en tiempo real. ¿Cómo? Analizando la localización y la velocidad de todos los vehículos que lo lleven instalado.
Funciona como cualquier otro navegador, salvo que alertaría al conductor cuando detectase vías en las que el tráfico circula más despacio. Para conseguirlo, todos los Dash Express estarían comunicados a través de Internet, bien por Wi-Fi o por red telefónica (GPRS). Aquí empiezan las primeras dificultades, ya que en el primer caso el acceso y la cobertura dejan mucho que desear, y en el segundo tendríamos que pagar tarifas de conexión que no se caracterizan precísamente por ser de bajo coste, al menos en España.
Después de buscarnos las habichuelas para tener una conexión estable, todavía tendríamos que pagar más. Y es que el servicio supone una cuota mensual de 10 dólares (unos 6,3 euros) unido además a un contrato de permanencia obligatoria de dos años. Si no nos compremetemos, la tarifa sube hasta los 13 dólares mensuales, al cambio unos 8,2 euros. De todas formas, el servicio sólo estará disponible en Estados Unidos a partir de esta semana, desde el momento en que los navegadores Dash Express salgan al mercado con un precio de 600 dólares (unos 380 euros).
Trampas económicas aparte, todavía hay más problemáticas rodeando a este navegador. Empezando por la pregunta de cómo se gestionarán todos los datos que genere el sistema, que al fin y al cabo podrían servir para mantener localizados a los usuarios en todo momento. Pero sin entrar en debates sobre privacidad, pueden incluso plantearse dudas bastante lógicas sobre la efectividad de un sistema semejante para conocer el estado del tráfico en tiempo real.
Hablando claro. ¿Un coche reduciendo velocidad para entrar en una gasolinera (o directamente parado repostando combustible) influiría de alguna manera para considerar que en una vía determinada el ritmo de la circulación es más lento? ¿Interpretaría que la circulación es más rápida si un conductor temerario llevase un Dash Express en su vehículo? Según el fabricante, todas estas dudas se solucionan por cuestión de estadística. Pero claro, eso implica que la mejora del sistema pasa por tener muchos clientes en la misma carretera y al mismo tiempo.
Es decir, los comportamientos ocasionales o minoritarios no influirían en la fiabilidad del sistema. ¿Pero y si el producto no cuaja? ¿Usarán este argumento en su estrategia de marketing para impulsar las ventas? Algo así como «la unión hace la fuerza» o «cuantos más seamos, más podremos ayudarnos mutuamente«. Es la vieja historia del listillo que quiere hacer negocio apelando a la solidaridad del ciudadano de a pie. Ante la duda, sólo podemos decir que tenemos cerca casos peores todavía. Que se lo pregunten sino a Martín Varsavsky y su iniciativa FON.
Vía: washingtonpost