Es la solución ideal para hacer las compras en el supermercado a toda pastilla. Este carrito de la compra autopropulsado sólo tiene un inconveniente: corres el riesgo de achicharrar al personal, incluido tu mismo. Y es que lleva un motor de propulsión a chorro (al estilo de algunos aviones), pero de fabricación casera. Su autor: Andy Tyler, un flipado de 35 años y con mucho tiempo libre.
El carrito lanzallamas puede alcanzar una velocidad máxima de 80 Km/h, momento en el cual el cacharro se vuelve más inestable que el robot Asimo, liberando un calor de 600 grados centígrados por su parte trasera. Otro vehículo diseñado por un pedazo de friki de marca mayor como la moto de Don Dunklee, pero que se decanta más por lo bruto que por lo ecológico.
Vía: DVICE