Cómo hacerte millonario con un par de cables 3Con unos pocos cables, algo de labia y mucha imaginación se pueden conseguir milagros económicos. Que se lo digan sino a Brent Kovar. Un curioso personaje que consiguió recaudar 21 millones de dólares de distintos inversores. ¿Su secreto? Una caja capaz de enviar los datos por Internet poco menos que a la velocidad de la luz. Sólo que la caja era tan tecnológica como una caja de zapatos. Pura imaginación.

La vida de este curioso empresario parece una versión actualizada al siglo XXI de la pelí­cula El Golpe. Con la diferencia de que su jugada no ha terminado bien. Un juzgado de Florida acaba de condenarle a pagar 36 millones de dólares por la estafa que empezó en 1999. Su «gancho»: un invento capaz de comprimir datos en una caja, enviarlos a través de un satélite y descargarlos después a cualquier ordenador. Y todo ello en cuestión de segundos. Vamos, como el ADSL de los 20 megas, «a ver si te enteras». Es decir, igual de falso.

Brent Kovar consiguió reunir 21 millones de dólares de distintos inversores, principalmente empresas de Kuwait y Arabia Saudí­. Para conseguirlo, este embaucador nato realizaba exhibiciones de su nuevo producto en la sede de su empresa familiar, Satellite Access Systems, en Florida.

Periodistas e inversores asistí­an a las exhibiciones, en las que se mostraba una escena de la pelí­cula Top Gun o se realizaba una videoconferencia. Según Kovar, una antena transmití­a los datos al espacio desde una sala de control adjunta a la habitación donde estaban los atónitos espectadores. La información era recogida por un satélite y enviada de vuelta a la tierra en pocos segundos.

Cómo hacerte millonario con un par de cables 3Pero un dí­a su vicepresidente, B. Scott Limehouse, decidió entrar en la sala de control. La antena, que instantes antes habí­a transmitido supuestamente el fragmento de la pelí­cula a través del espacio, yací­a tirada en el suelo. Decidió seguir los cables del ordenador de la sala de exhibiciones, y descubrió que llegaban hasta una habitación contigua, desde la que realmente se transmití­a la imagen.

Al descubrir esto las cosas empezaron a encajar. Entendió porque Kovar, al hacer una simulación de videoconferencia, le pedí­a a la otra persona de su empresa que tardase unos segundos en responder. Por aquello de simular mejor una retransmisión con algo de retardo. Ya saben, una videoconferencia que tení­a que viajar antes por las estrellas y el espacio.

También empezó a entender porque se negaba a dar detalles del sistema. Cuando alguien le preguntaba por temas técnicos se amparaba en secretos de patentes para no revelar la pócima mágica. Fue denunciado en Octubre de 1999.

Pero todaví­a tuvo tiempo de dilapidar una parte de la fortuna. Por ejemplo, en gastarse 20.000 dólares en una fiesta de Nochevieja con carruajes tirados por caballos para sus invitados. O en comprar 6 vehí­culos Hummer por la módica cantidad de 300.000 dólares y justificarlo en actividades de marketing. También tuvo su hueco para el deporte y gastó 100.000 dólares para hacerse con un palco de un estadio.

En Febrero de este año, Kovar no dudó en presentarse a su juicio cargado de gráficos y esquemas explicativos. Defendí­a que su máquina realmente funcionaba. Pero el jurado no le ha creí­do. Será que no ha visto las demostraciones.

Ahora tendrá que devolver el dinero con intereses. Y no sólo a grandes inversores. En su campaña de recaudación de fondos, llegó a convencer a su mujer, a su suegra e incluso a una de sus cuñadas, que invirtió en el proyecto toda la herencia de su difunto marido. Las familias de los trabajadores de su empresa también fueron estafados. Un personaje que darí­a para varios largometrajes de Hollywood.

Ví­a: St. Petersburg Times

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