facebook

En el relato Un caso de identidad, el detective Sherlock Holmes trata de convencer al doctor Watson de que «la vida es infinitamente más extraña que cualquier cosa que pueda inventar la mente humana […], si pudiésemos espiar las cosas raras que pasan, las extrañas coincidencias, las intrigas, los engaños, nos parecerí­a que las historias de ficción son algo trasnochado e insí­pido«.

Así­ debieron pensar Aaron Sorkin y David Fincher al adaptar la novela Multimillonarios por accidente, de Ben Mezrich, obra que versa sobre los orí­genes de Facebook en una clave que esta pelí­cula, La Red Social, ha convertido en un trasunto shakespeariano de traiciones, venganzas y miserias empresariales en la corte de ese reino moderno que es Internet.

De entrada, para abordar esta pelí­cula, hay que considerar el notable dramatismo de la historia para descubrir que no estamos ante la génesis de Facebook, sino ante la historia de la génesis de Facebook. El filme cuenta la forma en que Mark Zuckerberg desarrolló la hoy red social más importante del planeta a partir de la inspiración de los gemelos Winklevoss, las aportaciones económicas de Eduardo Saverin (mejor amigo, para más inri, de este Ricardo III nerd y posmoderno) y los sibilinos consejos de un maniqueo Sean Parker (presentado aquí­ como un carismatico virus del sistema, heredero descafeinado del Tyler Durden que Fincher ya retrató en El Club de la Lucha).

El Zuckerberg que crean el guionista Sorkin y el intérprete Jesse Eisenberg es un inepto social con una brillante habilidad para el sarcasmo y pose de frialdad que lo postulan como el perfecto ratón de laboratorio que si pudiera se comunicarí­a con el mundo a través de lí­neas de código. Dicho de otro modo, es exactamente un personaje de drama al servicio de la historia que se proponen contar los integrantes de esta comparsa, perfectamente definido para los objetivos que busca este Ciudadano Kane contemporaneo.

Todo el relato está contado a través de los encuentros de los implicados en las demandas cruzadas, que estos veinteañeros se interponen exigiendo cuantí­as multimillonarias en concepto de un producto que nadie tiene muy claro quién inventó (y que todo el mundo se atribuye, lógicamente). Pero lo que interesa no es exactamente de dónde salió la idea de Facebook (aunque parece que Sorkin y Fincher tiene mucho cariño por la tesis de que fueron los Winklevoss quienes le dieron ese caracter de exclusividad elitista que tanto desprecia y del que se aprovechó Zuckerberg), sino la forma en que la historia se teje bajo el manto de conspiraciones y resentimientos ocultos que acaban por reducir a cifras (de infarto, pero cifras) los conceptos de amistad, lealtad o propiedad.

Contada con la maestrí­a de un autor llamado a ser uno de los representantes del nuevo cine clásico de Hollywood, David Fincher, La Red Social es una pelí­cula que pivota entre el oportunismo de explotar la marca de uno de los fenómenos fundamentales de nuestro tiempo y la fascinación que sienten sus responsables por un protagonista que representa en el mundo real todos los valores de la tragedia con mayúsculas. Eso sí­, conviene no olvidar precisamente que en ese mundo real ni los buenos son tan buenos, ni los malos son tan malos…

Por cierto, si quieres escuchar la excelente banda sonora de la pelí­cula (escrita por la estrella del rock electrónico Trent Reznor, cerebro de Nine Inch Nails, y Atticus Ross) puedes descargar de forma gratuita una muestra de cinco cortes desde este enlace.

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