Lo primero que te imaginas si te digo que alguien se acerca a hablarte de bitcoins es un hombre blanco, cis y hetero ¿verdad? Pues bien, la comunidad LGTBIQ+ no se quiere quedar fuera del negocio de las cripto. Por eso cuentan con su propia moneda. O como sus creadores la llaman: MariCoin. Y no, no es un chiste, es una moneda real que busca poner en valor y ayudar a la comunidad sin atarse a los valores volátiles del euro o el dollar.
Una moneda que ya está en circulación
La MariCoin es una moneda de tipo Altcoin. Alternativa a las bitcoin, ethereum y otras coin más conocidas. Lo que supone no asociar su valor real a una moneda fiat como el euro, sino depender directamente de la oferta y la demanda que generan. Está desarrollada con la tecnología Algorand, un blockchain desarrollado por el experto Silvio Micali. Y su proyección es convertirse en la moneda de referencia dentro de la comunidad a nivel global. Un objetivo ambicioso, pero que cuenta con el apoyo del programa de aceleración de Algorand Miami Accelerator y apoyarse en diferentes inversores.
Comenzó como un experimento a finales de 2021 en Chueca, con diferentes establecimientos adheridos a la campaña para darla a conocer y permitir que sus clientes pagasen con ella. Meses después otros puntos del comercio y el turismo LGTBIQ+ como Barcelona, Ibiza, Maspalomas y Gran Canaria ya cuentan con tiendas donde es posible usar esta moneda virtual alternativa.
Pero qué valor tiene realmente la MariCoin
Según su web, la MariCoin tuvo un precio de salida en los exchanges de 1 MCOIN = 0,0025 dólares. Aunque su valor depende realmente del uso que se le dé debido a su desarrollo. Cuantas más MariCoin se usen, más valdrán. Sin embargo, su mayor valor es el de apoyo y reivindicación de la comunidad. No solo busca ser la moneda del colectivo LGTBIQ+, sino brindar ayuda a sus causas y asociaciones.
Para ello, aquellas asociaciones y organizaciones LGTBIQ+ que se registren se harán con el 20% de la emisión total de las MariCoins. Según la web, unos 50 millones de dólares. Todo ello para invertir en los intereses del colectivo. También tienen la ventaja de recibir un MariCoin cada vez que sus asociados se suscriban. Además, estas MariCoins para las asociaciones se mantienen en staking (plazo fijo) para generar intereses que estas asociaciones pueden usar en su beneficio y para el fin que operan. Por tanto, el valor social de la MariCoin es un añadido sobre otras criptos activas.
Para pagar y también para ayudar
Esta vertiente social y reivindicativa de MariCoin no desdice sus posibilidades prácticas. Al final no deja de ser un valor que sirve para comprar en los establecimientos que se han sumado a su uso. Pero también sirve para el envío de dinero entre usuarios a través del móvil. Todo ello con ventajas tanto para los usuarios de a pie, presumiblemente del colectivo LGTBIQ+, como para los propios comerciantes.
Por una parte, al pagar y usar con MariCoins, el valor de esta moneda aumenta para el propio usuario. Y es que al pagar con estas monedas en tiendas que se han sumado al proyecto supone que los comerciantes también se lleven otras. Una moneda gastada en una tienda genera una nueva moneda para el comerciante en modo staking para generar intereses.
De esta manera no solo se da valor a la comunidad, sino que se genera más. Y es un mercado de lo más tentador según algunos estudios que aseguran que entre el 5% y el 10% de la población pertenece a esta comunidad. Lo que supone un valor adquisitivo aproximado de entre 2,7 y 5,6 billones de dólares del G20.
Lo bueno es su vertiente social y su ayuda activa a las asociaciones y organizaciones LGTBIQ+ que apoyen las Maricoins. El único problema es que para ello más personas deben usarlas y más establecimientos sumarse. Su CEO, Francisco Álvarez Cano, pretende financiar con maricoins las fiestas del orgullo de las veinte principales capitales gays del mundo en 2022.