MadridFly, así es volar en el mayor túnel de viento de Europa

Sentirte como un pájaro y elevarte en una corriente de aire es posible peses lo que peses, aunque no tengas alas. Esa es la magia (física en realidad) de los túneles de viento. En Madrid se encuentra MadridFly, que presume de ser el túnel de viento más grande de Europa, con cuatro motores capaces de crear una corriente de hasta 320 km por hora. Una experiencia que, además, se puede ampliar con simuladores de realidad virtual. Algo que puedes vivir en solitario o acompañado.

Eso sí, hay que acercarse hasta Las Rozas, donde se encuentran las instalaciones de MadridFly. Lo bueno es que cuentan con parking propio y se puede llegar hasta allí en transporte público desde el centro de Madrid. Y, si solo vas a acompañar a quien quiere disfrutar de la experiencia, has de saber que el recinto de MadridFly cuenta con un bar y una sala de espera desde donde ver todo el espectáculo de volar en corrientes de aire.

Pero ¿qué es y cómo funciona este túnel de viento?

Originalmente, los túneles de viento fueron creados para probar la aerodinámica y las consecuencias de bañar en aire diferentes tipos de naves aeroespaciales. Conocer su resistencia, saber cómo se moverían… experimentar, en definitiva. Pero también pueden ser usados por humanos. De hecho no es raro ver a militares practicando y simulando saltos de avión en este tipo de aparatos. Al fin y al cabo es una reproducción bastante fidedigna de las sensaciones que se dan a cientos de metros de altura en una caída libre. Eso sí, todo ello controlado y de forma segura.

En el caso de MadridFly se trata de un circuito de aire movido por cuatro motores. Éstos se encargan de empujar el aire a través de conductos y llevarlos a la zona del túnel. El área de vuelo. Ésta está acondicionada con una malla elástica donde los instructores pueden pisar para acompañar a los alumnos y servir de suelo en caso de que sea necesario. No hay peligro de caer en el circuito, ni nada parecido. Además, esta parte del túnel, que tiene 17 metros de altura y 4,6 de diámetro, tiene paredes de cristal de 8 metros de altura. Así que sentarse a ver el vuelo de otros usuarios es toda una diversión. Sobre todo al ver cómo se les deforma la cara por la fuerza del aire.

MadridFly

Una vez que la corriente de aire, que es constante y no cuenta con turbulencias, pasa por la parte de vuelo, llega al difusor que la divide en dos en la parte superior del túnel. Así, vuelve a los motores que impulsan de nuevo la corriente para cerrar el circuito. Por cierto, el aire tiene que ser refrigerado ya que se calienta medio grado por minuto debido a la fricción y velocidad durante su recorrido por el circuito. Así se disfruta a la temperatura óptima. Todo ello con investigación, desarrollo e ingeniería españolas.

El resultado es una corriente de aire entre 100 y 300 kilómetros por hora que es capaz de sustentarnos en el aire en el tramo del túnel de viento. Y, con práctica y una buena técnica, incluso aprovecharlo para elevarnos por el aire solo con colocar bien nuestro cuerpo.

Nuestra experiencia en Madrid Fly

Una vez dentro de MadridFly solo hay que pasar por recepción para comprar la experiencia que se quiera vivir. Depende del tiempo que queramos pasar en el túnel y la experiencia que tengamos en este tipo de vuelos (o caídas libres). Los precios van desde los 58 euros para dos vuelos de un minuto cada uno para una persona, hasta los 139 por seis minutos de vuelo individuales. Después hay packs para parejas con dos minutos de vuelo cada uno por 109 euros o de hasta cuatro personas por 215 euros. La experiencia se completa en algo menos de una hora desde que entramos en el recinto hasta que nos desenfundamos el traje de vuelo.

Claro que el precio incluye toda la experiencia y el equipamiento. Lo primero es pasar el cursillo o briefing donde nos explican las físicas del túnel de viento y cómo usar nuestro cuerpo para mantenernos en el aire. O incluso para elevarnos varios metros. Tras ello toca vestirse con el mono y proteger la cabeza con un casco. Después pasamos a la zona del túnel, donde esperar nuestro turno viendo como es la experiencia del resto.

Siempre estamos acompañados del instructor, quien nos guía en todo momento para indicarnos cómo movernos o qué hacer. Si se siguen sus indicaciones, no hay ningún tipo de riesgo, y siempre nos sujeta para evitar algún movimiento involuntario como chocarnos contra la pared de cristal. El primer minuto de vuelo sirve para tomar un primer contacto con la corriente de aire, la resistencia y las sensaciones en nuestro cuerpo. Si hemos atendido en el briefing y somos habilidosos, el segundo vuelo podremos no solo mantenernos solos en el aire ante la atenta mirada del instructor, sino también practicar algún giro o movimiento para descargar adrenalina.

MadridFly también toma fotos y vídeos de la experiencia. Así que, después de volar y quitarnos el casco y el mono, podemos revisar las fotos del vuelo con todo detalle. Un recuerdo que podemos llevarnos a casa.

Otras experiencias más virtuales

Además del vuelo en el túnel de viento, MadridFly cuenta con otras experiencias en su propio reciento. Hablamos de diferentes máquinas en las que experimentar las sensaciones de volar, pero realidad virtual. De nuevo nos encontramos ante situaciones que imitan a la realidad, pero en entornos controlados y seguros.

experiencias virtuales

Podemos tumbarnos en alguna de las máquinas que están presentes, colocarnos el casco de realidad virtual, y empezar a simular que volamos como un ave, por ejemplo. Lo que vemos a través de los ojos es un mundo virtual e irreal, creado por ordenador, pero al estar en una plataforma móvil las sensaciones son muy reales. La experiencia de engañar a nuestro cerebro es intensa y divertida.

También hay otros juegos y experiencias como meternos en un arnés y empezar a dar saltos y pasar aventuras en entornos virtuales. Siempre mezclando el movimiento real de nuestro cuerpo con un mundo digital que vemos a través de las gafas especiales.

Casi todo el mundo puede volar

La experiencia de MadridFly está abierta a casi cualquier persona. Eso sí, existen algunas limitaciones físicas que hay que cumplir por seguridad. Por ejemplo, solo pueden volar los mayores de 5 años, que pesen menos de 120 kilogramos y no tengan una luxación de hombro. El vuelo tampoco está recomendado para embarazadas o para personas que tengan lesiones importantes en el cuello, la espalda o el corazón.

En el caso de personas con movilidad reducida o incluso aquellas que han perdido algún miembro de su cuerpo, también podrían participar en principio de la experiencia. Siempre se practica con la asistencia de un instructor, por lo que podríamos decir que se trata de una experiencia controlada, bastante segura y, sobre todo, muy divertida.

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