Nos habría gustado que fuera un político al uso y que no cumpliera sus promesas, pero Trump ha hecho todo lo contrario de lo que en realidad esperábamos. Hoy se cumplen diez días desde que juró su cargo como presidente de los Estados Unidos y desde ese día no ha hecho más que cometer toda clase de tropelías. Una de las más dolorosas: impedir la entrada al país de los ciudadanos musulmanes. La población se ha puesto en pie y la comunidad tecnológica del país se ha echado las manos a la cabeza. Tanto es así, que firmas como Google han creado un fondo para ayudar a los inmigrantes que puedan quedarse a las puertas del país. Pero la cosa no ha acabado aquí. Ahora hemos sabido, porque así se ha publicado en The Verge, que los agentes fronterizos estarían pidiendo a los viajeros acceder a sus cuentas en redes sociales como Facebook o Twitter para ver qué clase de contenidos y opiniones estaban vertiendo sobre las mismas. La denuncia ha llegado de la mano de Mana Yegani, un abogado de inmigración ubicado en Houston, que ha denunciado esta conducta por parte de los agentes, que por lo visto cumplen órdenes del mismísimo Trump.
Si bien algunos jueces se han enfrentado a las órdenes de Trump, todo apunta a que en las próximas horas y días el escrutinio de las cuentas de los viajeros se intensificará. Parece ser que el gobierno de este hombre ha emitido una orden para que los visitantes extranjeros – sean o no musulmanes – compartan el contenido que publican en sus redes sociales, así como todas aquellas actividades que desarrollen en Internet, con los funcionarios de aduanas, que serán quienes se encarguen de revisarlo. Si se niegan a hacerlo, estos podrían impedirles la entrada a Estados Unidos. Hay que decir, eso sí, que tampoco estamos ante una práctica aislada. No sería la primera vez que los agentes de aduanas se dedican a investigar las redes sociales, aprovechando su posición de autoridad. Por lo visto, no existe ningún mecanismo legal que pueda obligar a una persona a desbloquear y a mostrar su teléfono. Sin embargo, el hecho de que el momento en el que uno cruza la aduana sea especialmente delicado, puede hacer que los viajeros se sientan intimidados y terminen mostrando sus dispositivos ante el miedo de ser deportados.
Todo empezó con los asesinatos de San Bernardino, cuando se publicó la noticia de que algunos de los atacantes compartieron en Facebook llamadas a la violencia. Y aunque esto no era cierto, parte de la sociedad norteamericana estuvo, en parte, de acuerdo con este tipo de escrutinios. Prueba de que se están ejecutando inspecciones poco amables es que el Centro de Relaciones Islámico-Americanas (CAIR) denunció diez quejas sobre interrogatorios agresivos realizados por agentes de la Aduana y de la Patrulla Fronteriza. Según indica, The Verge, estos pedían a los viajeros, entre otras cosas, que desbloquearan sus teléfonos e mostraran la información almacenada en sus redes sociales y concretamente, de sus cuentas de Facebook, Twitter e Instagram. Denuncia este medio, además, que se han hecho preguntas sobre cuáles son sus opiniones políticas y qué clase de prácticas religiosas llevan a cabo.