Vivimos en un mundo de intereses cruzados. Hace unos días, Twitter anunció que en los últimos seis meses había cerrado más de 235.000 cuentas vinculadas con el autodenominado Estado Islámico (ISIS – Daesh). Un par de semanas, la red social del pájaro azul hizo público sus datos relativos al segundo trimestre del año. En este informe se hacía evidente que Twitter estaba sufriendo un pronunciado estancamiento en su crecimiento. Una tendencia que arrastra desde hace ya más de dos años. ¿Cabe preguntarse entonces si las redes sociales están luchando con la máxima eficacia que cabría pedirles?
Como hemos señalado al principio, vivimos en un mundo de intereses cruzados. Y las grandes redes sociales son empresas que viven de la cantidad, no de la calidad. Más usuarios, más ingresos. Desgraciadamente, en este sistema obrar bien no da beneficios.
Este planteamiento no lo hacemos nosotros, sino varios miembros del Parlamento de Gran Bretaña que afirman sin tapujos que Facebook, Twitter e Instagram están fallando «conscientemente» a la hora de acabar con las actividades online del grupo terrorista.
Una comisión de investigación del Ministerio del Interior británico alega en sus conclusiones que en lugar de poner freno a la actividad de reclutamiento de terroristas en sus respectivas plataformas, los gigantes de la tecnología están en su lugar «escurriendo el bulto». Otros miembros del Parlamento británico han afirmado que estas redes sociales se están convirtiendo en el «salvaje oeste» de Internet como resultado de sus políticas.
El parlamentario laborista Keith Vaz ha afirmado que las «grandes corporaciones como Google, Facebook y Twitter, con sus ingresos billonarios, están fallando conscientemente a la hora de hacer frente a esta amenaza, mirando hacia otro lado. Legalmente, se esconden detrás de su estatus supranacional a pesar de saber que sus sitios están siendo utilizados por los instigadores del terror«.
En el informe se recogen casos muy específicos como el del imán Anjem Choudary. Dicho informe relata cómo la policía británica contactó en numerosas ocasiones con las redes sociales, solicitando el borrado de los contenidos de la apología de la violencia yihadista del imán. Siendo la mayoría de las solicitudes denegadas.
Mayor cooperación
Las autoridades británicas, a través de esta comisión, concluyen que las grandes redes sociales deben responder con celeridad cuando las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado solicitan el cierre de una cuenta o un contenido. Siempre que haya un mandato judicial detrás. Una disputa que la Policía alemana y Facebook llevan arrastrando desde hace meses.
Especialmente dura es la comisión con Twitter, a la que acusa de tener»solo decenas de trabajadores para monitorizar billones de cuentas». A lo que añade que esta empresa no es para nada «proactiva a la hora de reportar el contenido extremista a las fuerzas del orden». «Hoy son el vehículo de propaganda y reclutamiento perfectos» concluye el informe.
Por su parte, las redes sociales recurren a su argumento habitual: disponen de herramientas para que los usuarios y la policía reporten contenidos extremistas, así como mecanismos para hacérselo llegar a las autoridades. Así como proceder a su eliminación «lo más rápido posible», según sentenció meses atrás un portavoz de Facebook. Un tibia postura declarativa que siguen otras plataformas como YouTube o la propia Twitter.