Algo está cambiando en el mundo del cine. Y no es que cada vez haya más superhéroes explotando la gran pantalla. Poco a poco se explotan nuevos modelos de negocio que tienen en el punto de mira las nuevas tecnologías y la comodidad del usuario. Algo que se deja ver en la última película protagonizada por Charlize Theron, Dark Places, que no será exhibida en cines en ningún lugar. Llegará directamente a las plataformas de películas a la carta de Internet. Una arriesgada estrategia que está probando su valor y que ya ha tenido buenos resultados en algunos casos concretos en el mercado estadounidense.
La película cuenta con todos los elementos de éxito: una gran actriz en el papel protagonista (además de un elenco acompañante que está de moda gracias a películas como Mad Max: Furia en la carretera), y una historia intrigante basada en un best seller. Todo ello apostando por la tensión y los giros argumentales. Pero su verdadera prueba estará en conseguir beneficios a través de las plataformas de Internet y no mediante el mercado clásico de los cines. Algo que está cambiando, y que ya no sólo hacen los filmes independientes, sino producciones con grandes artistas como es el caso de Theron.
Otro ejemplo que ya ha probado este canal directo entre los creadores y los espectadores es La última llamada, protagonizada por la oscarizada Halle Berry. Una película que ha logrado recaudar 50 millones de dólares con un estreno mixto, a través de los cines en EEUU y en Internet en otros países. Y es que parece que el modelo puede funcionar, aunque aún hay que buscar la fórmula correcta. Un proceso que en Estados Unidos parecen dispuestos a tantear, y que podría dar lugar al esperado modelo de simultaneidad de estrenos en salas y en Internet. Algo con lo que muchos espectadores llevan tiempo soñando.
El problema en el caso de la simultaneidad entre cines e Internet reside en una costumbre de la industria que se sigue respetando hoy en día. Y es que, sin que haya una ley formal, existe un plazo de 16 semanas entre el estreno de una película en salas y su posterior distribución en DVD, Internet o cualquier otro medio. Un acuerdo que se sigue cumpliendo y que frena los experimentos por encontrar el método con el que satisfacer a los usuarios que no quieran desplazarse a una sala para ver estrenos.
Con las nuevas tecnologías y los últimos servicios de Internet, la opción lógica sería permitir que el espectador decidiera cómo quiere ver las películas de estreno, pudiendo escoger la comodidad de su salón, la disponibilidad de los dispositivos móviles o la magia que siguen encerrando las salas de proyección. En esta dirección llega haciendo fuerza el servicio a la carta de Netflix, que no sólo cuenta con un nombre ya conocido en todo el mundo, sino con toda una industria de producción propia. Algo que puede forzar a los servicios que ya están en activo en España a mejorar su competitividad y, con suerte, a educar al espectador sobre esta no tan nueva filosofía del alquiler de películas de estreno desde casa, arrastrando de esta forma al resto de la industria.