Internet no sólo ha conseguido acortar distancias, acelerar la comunicación o permitirnos realizar tareas impensables hace unos años. La red de redes también ha cambiado el concepto de entretenimiento y, sobre todo, está modificando los hábitos de los consumidores frente al televisor. Servicios como Netflix o Hulu están consiguiendo en Estados Unidos, que los americanos ya no hagan uso de la, hasta hace un tiempo, famosa televisión por cable. Según datos de Leichtman Research Group, el pasado año las compañías que ofertan este modelo perdieron hasta 1,2 millones de clientes.
La razón es evidente. La televisión por Internet no entiende de horarios, de publicidad, o de lugar de residencia. El espectador ya no necesita ni siquiera un televisor, tampoco una antena ni aparatos adicionales. Basta con disponer de cualquier pantalla, una tarjeta de crédito y, por supuesto, de una conexión a Internet. Netflix es la dominadora absoluta de un sistema que cada vez empieza a implementarse en más países. La consultora Deloitte realizó un estudio con el que llegó a la conclusión de que una gran parte de los estadounidenses prefiere el contenido en streaming a la forma tradicional. Según sus datos hablamos de un 53% de consumidores respecto a un 45%. Netflix ya cuenta con 60 millones de abonados en todos los países donde opera, por delante de Amazon Prime. Esta cifra podría crecer considerablemente a su llegada a España, programada para septiembre de este año. Ya sabemos la influencia que despierta la nación liderada por Obama en el resto de occidente, en esta ocasión no podría ser menos.
Entre algunas de las series que distribuye Netflix se encuentra la aclamada «House of cards». Precisamente, su protagonista y productor ejecutivo, Kevin Spacey, ya habló de este fenómeno durante los últimos premios de televisión de los Globos de Oro. Al recoger el suyo aseguró que es increíble lo que está pasando con la televisión. Spacey admitió, que en ninguna cadena convencional habría tenido la misma libertad en la toma de decisiones. El actor pronosticó, que en breve veremos a compañías produciendo y distribuyendo contenidos a la carta. Un ejemplo de ello es Sony. PlayStation ya cuenta con Powers, su primera serie de producción propia.
Hace unos años nadie hubiera imaginado que este fenómeno alcanzaría tal magnitud. Deloitte afirma, que hace solo tres nadie apostaba por la televisión por Internet. Solamente un 17% de la población americana la consumía. Ahora lo hace más de la mitad. Además, un 38 por ciento de los consumidores estaría pensando en darse de baja de la televisión por cable, ya que de los casi 200 canales sólo acaban viendo 17. Esto habría llevado a HBO a recurrir a la Apple TV con el objetivo de ofrecer contenido de forma gratuita durante un mes. Lo que pretende es captar nuevos clientes sin que tengan que estar abonados a la televisión por cable. Por suerte o por desgracia, la llamada «caja tonta» también avanza hacia el futuro con un lema muy claro: «Ya no tenemos que preocupamos por lo que ponen hoy si no por lo que queremos ver ahora».
Algunas de las afirmaciones de este artículo son como poco exageradas cuando no interesadas. Decir que Netflix (u otras televisiones OTT) dominan el panorama de la televisión de pago en USA es tener poca idea de la realidad del mercado de la televisión de pago en dicho país y parece querer arrimar el ascua a una sardina que si bien es una tendencia que empieza, dista mucho de ser la forma dominante de ver la televisión (o los contenidos audiovisuales, por abrir el campo) en dicho país.
Solo las 8 primeras compañías de televisión de pago no puramente OTT (de las cientos de ellas que hay en USA), suman casi 68 millones de clientes por los 40 declarados por Netflix. Sin tener en cuenta que en muchos casos el servicio de Netflix es un complemento al cable/satélite porque no tiene programación en directo de deportes o estrenos de películas o series (lo mismo ocurre con otros actores como Amazon o Hulu).
Y que las televisiones «tradicionales» pierdan 1,2 millones de clientes (si este dato fuese así de simple de evaluar) supondría que se trataría de una pérdida de aproximadamente un 1% de la base de clientes de la televisión tradicional (por sus más de 100 millones de suscriptores a lo largo y ancho de los USA).