Son el primer número en el que nos fijamos en las hojas de prestaciones de una cámara de fotos, la primera pregunta que nos hacen sobre una cámara y el primer dato que nos da el vendedor de la tienda: los megapíxeles. Parecen el asunto más importante cuando vamos a comprar una cámara de fotos, pero lo cierto es que no es para tanto. Los megapíxeles son sólo una cifra más de entre todos los valores que nos indican si merece la pena quedarnos con ese modelo.
Pero antes de analizar su importancia, lo mejor es tener claro qué son. El número de megapíxeles nos indica el tamaño máximo de las fotos que podemos tomar con una cámara (con ese sensor, en realidad). El tamaño medido en píxeles, claro, no en centímetros ni pulgadas, pues esto depende de otros factores.
Cuando decimos que una cámara de fotos tiene 20 megapíxeles estamos indicando que la foto más grande que es capaz de tomar su sensor tiene veinte millones de puntos. Esto se suele expresar más bien con la resolución máxima de una foto. Por ejemplo, el sensor de la Canon EOS 5D Mark III puede crear imágenes de 5760 píxeles de ancho por 3840 de alto. Si multiplicamos ambas cifras nos sale le número mágico: 22.118.400 píxeles, es decir: 22,1 megapíxeles.
Si nos damos una vuelta por los catálogos de las marcas podemos encontrar cámaras de fotos con el mismo número de megapíxeles en sitios donde no nos esperaríamos. Por ejemplo, el Sony XPERIA Z1, un smartphone, cuenta con una cámara con un sensor de 20,7 megapixeles, más o menos los mismos que los de la Canon EOS 5D. ¿Esto significa que las cámaras son igual de buenas? No, en absoluto.
Por una parte hay que tener en cuenta todo el sistema óptico que acompaña a una cámara réflex como la Canon 5D y que es lógicamente imposible en un móvil. Pero tampoco hay que pensar que los sensores tienen la misma calidad. Lo único que tienen en común es el tamaño de las fotos que harán. No existe una sola cifra que nos indique lo bueno o malo que es un sensor, pero hay una que nos da pistas muy importantes: el tamaño real del sensor.
No hablamos aquí del tamaño de imagen, sino de lo que ocupa físicamente el captor dentro de la cámara, la superficie dedicada a captar la luz. Este dato es mucho más importante que el número de megapíxeles, ya que nos indica el tamaño que tendrán los fotolitos, y eso si que nos puede indicar si la cámara es buena, muy buena o solo regular.
Los fotolitos son unas pequeñas cavidades que se encuentran en el interior del sensor y captan la luz y sus características (color, intensidad, etc) para crear una imagen digital. Su número depende de los diferentes sistemas, pero normalmente hay uno para cada píxel final de la imagen, por lo que tienen que caber varios millones en una superficie de apenas unos centímetros cuadrados. Como cabe esperar son realmente pequeños.
Pero no es lo mismo pequeño que muy pequeño o diminuto. En este juego hay multitud de factores en juego, pero hay una norma que nos puede servir para orientarnos a grandes rasgos: cuanto más grande sea el fotolito mejor. La presencia captores demasiado pequeños suele traducirse en dos efectos secundarios nada agradables. Por una parte se reduce el rango dinámico de las imágenes, lo que las empobrece notablemente. Y por otra parte el más famoso: aumenta el ruido de imagen en las sensibilidades altas, es decir, cuando hay poca luz.
Por eso hay que poner en contexto dos número diferentes: el tamaño real del sensor y el número de píxeles. Si el sensor va a ser necesariamente pequeño, como el que encontraríamos en un móvil o una cámara compacta, probablemente sea mejor que tenga menos megapíxeles, ya que así los fotolitos del sensor serán más grandes. Tenemos que tener en cuenta que la mayor parte de las fotos que hacemos nunca salen de nuestros ordenadores o móviles, cuya resolución de pantalla rara vez sobrepasa el estándar Full HD: 1.920 x 1.080 píxeles. Haga las cuentas: si multiplicamos estas cifras nos salen algo más de dos millones de puntos, es decir, dos megapíxeles. No está de más tirar un poco por lo alto por si las moscas, o por si nos da por imprimir fotos en papel a la vieja usanza. Pero lo cierto es que a partir de los ocho o diez megapíxeles hay muy poca diferencia final para el usuario medio de las cámaras de fotos.
Así que es bastante más interesante fijarse en el tamaño del sensor que tiene cada cámara. Por recuperar los ejemplos anteriores, la Canon EOS 5D Mark III tiene un sensor de 36 x 24 milímetros. Es lo que llamamos sensor «full frame» o de formato completo en español, y significa que tiene la misma superficie que antiguamente tenían los carretes de película de 35 mm. Este tamaño de sensor es poco habitual, y lo encontramos principalmente en cámaras de fotos profesionales.
Por su parte el Sony XPERIA Z1 tiene un sensor de 1/2.3 pulgadas, es decir, varias decenas de veces más pequeño que el de réflex de Canon. Lógicamente, los fotolitos del sensor serán muchísimo más pequeños, ya que el número de estos es similar en una y otra cámara.
El tamaño del sensor es un dato tan importante como desconocido para casi todos los usuarios no profesionales. Parte de la culpa la tienen las marcas, que se empeñan en ocultarlo de una u otra manera. No sólo es difícil de encontrar en las hojas de especificaciones, sino que cuando aparece ni siquiera lo llaman por su nombre. En lugar de emplear una medida tan sencilla como los milímetros (o los milímetros cuadrados si hablamos de superficie) las marcas bautizan a cada tamaño de sensor con un nombre diferente, y utilizan una serie de medidas por escalado y proporción a números obsoletos. Aquí un ejemplo de los tamaños de sensor más habituales hoy en día.
Que el sensor sea grande o pequeño es una cifra importante y, como hemos visto, son un dato fundamental para entender si son mejores más o menos megapíxeles. Pero que un sensor sea pequeño no significa que una cámara sea mala, ni todo lo contrario. A la hora de elegir una cámara de fotos hay que tener en cuenta multitud de factores, que no sólo tienen que ver con la calidad del sensor.
Además hay que sopesar los usos para los que ha sido diseñado. Un sensor grande implica una óptica grande, un gran tamaño de lente y una batería pesada para alimentarlo. Estas características las aceptamos con gusto en una cámara DSLR, pero no en un smarphone, que tiene que ser pequeño y ligero. Por eso podemos decir que tanto la cámara del Sony Xperia Z1 como la Canon EOS 5D Mark III son grandes equipos, pero con fines muy diferentes.