Falsos seguidores Facebook

El doctor House solí­a decir que todo el mundo miente, lo único que cambia es sobre qué. Habitualmente, se trata de sexo, poder o dinero: Bill Clinton mintió sobre su relación con una becaria, la Operación Fortitude engañó al ejército alemán y permitió a los aliados desembarcar en Normandí­a y, en cuanto al dinero, sólo hace falta leer el periódico a diario para encontrar ejemplos de todos los colores. Lo que no sabrí­a en cuál de las tres categorí­as englobar es la mentira sobre la propia popularidad. Me refiero, claro está, a ciertos perfiles en redes sociales que han pagado por engrosar las filas de sus seguidores.

Este fenómeno, que resulta casi infantil, no es nuevo. Es muy fácil localizar sitios que te venden seguidores al peso. Generalmente se trata de cuentas falsas, creadas expresamente para ello, que hacen crecer el número de fans en Facebook o de seguidores en Twitter, pero que jamás interactúan con los perfiles que han pagado por su sincera amistad. Lo que es novedad es que ahora, además, sabemos cómo funcionan las empresas que se dedican a la noble actividad del peloteo remunerado.

Falsos seguidores Facebook

Un equipo de la cadena británica Channel 4 ha puesto de manifiesto qué hay detrás de estas empresas y ha encontrado lo que, por otra parte, cabí­a esperar de un negocio así­: trabajadores a destajo llevando a cabo una tarea repetitiva en tres turnos, dí­a y noche, y cobrando por ello un sueldo miserable (unos 120 dólares al año). El paí­s en el que se sitúa la empresa de la que hablan en el reportaje que se emitirá esta noche es Bangladesh. Sin embargo, cabe pensar que empresas parecidas se puedan encontrar en otros lugares en los que la mano de obra sea barata y los estándares de vida muy bajos.

Las implicaciones éticas de los Pagafantas que compran clicks a 10 € el millar son claras: no sólo están financiando un negocio turbio en paí­ses como Bangladesh. También están engañando a los consumidores de los paí­ses desarrollados, haciéndoles creer que su marca levanta pasiones. Por sorprendente que parezca, la popularidad en redes sociales de marcas y de algunas personas tiene un gran impacto en los consumidores, que son más propensos a comprar o a confiar en los más populares.

Aunque es complicado detectar en Facebook si una página miente sobre el número de personas que han pinchado en Me gusta, hay casos muy evidentes. Si la pequeña cafeterí­a del barrio tiene 100.000 fans, hay motivos para sospechar. Si nunca nadie deja un comentario en las actualizaciones que se publican, aumentan las posibilidades de que haya seguidores de pega. Si, además, gran parte de esos fans son ciudadanos de Bangladesh, India o Chiquitistán, échate a temblar.

En Twitter, resulta más fácil detectar perfiles que mienten gracias a herramientas como http://fakers.statuspeople.com/, que analizan la lista de followers de una cuenta y los clasifican en tres categorí­as: buenos, inactivos y falsos. Los primeros son los seguidores que todos querrí­amos tener, mientras que los inactivos son cuentas que seguramente sean auténticas, pero cuyo creador no está desarrollando actividad reciente en Twitter. Por último, las cuentas falsas no son sólo aquellas compradas para engordar nuestra cuenta de seguidores. También puede tratarse de cuentas creadas para enviar spam y, por norma general, todos tenemos algún follower de ese tipo. Si la cantidad supera el 10% es alta, digamos superior al 20%, hay motivos para la sospecha.

Por ejemplo, si sientes envidia de los millones de seguidores de Lady Gaga y estás pensando en ponerte rulos y forrarte de papel de plata para triunfar en las redes sociales, no lo hagas hasta comparar un perfil normal tirando a flojo (el mí­o) con el de la diva. Verás que sigue teniendo una cantidad bestial de seguidores, pero que una gran mayorí­a de followers son falsos. Nuestro consejo para Lady Gaga: nunca le compres un coche usado a tu community manager.

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