El uso que alguien le dé a Twitter no tiene porqué ser exactamente el mismo que el del resto de la comunidad. Siendo así, resulta difícil dar en la diana a la hora de valorar cuáles son los tuiteros más valiosos. En cualquier caso, hay quórum a la hora de concretar que, en líneas generales, el número de usuarios de que se disponga es un valor fácilmente cuantificable para evaluar el peso de uno u otro usuario.
No obstante, y aun aceptando esto, quedaría por saber algo que también es espinoso en su valoración: el número de usuarios que, además, son seres humanos o perfiles corporativos con actividad real. En este sentido, herramientas como Fake Follower Check vienen a resultar útiles para poder esclarecer cuántos de nuestros seguidores son, no sólo reales o falsos, sino también activos o inactivos.
La popularidad de esta aplicación, cuyo uso online es gratuito, ha llegado a la hora de ponerla en práctica para esclarecer cuántos de los followers de los perfiles más aparentemente populares de Twitter son realmente usuarios de carne y hueso, empresas, organizaciones o cualquier otro colectivo o tipología que esté controlada por una o varias personas. Y los resultados han sido sorprendentes.
Pensemos, por ejemplo, en Lady Gaga. La artista americana arrastra un séquito virtual de más de 29 millones de tuiteros. No obstante, entre sus monstruítos se esconde un buen puñado de quimeras: nada menos que el 71 por ciento de los perfiles que siguen a la cantante son humo digital, según la auditoría de Fake Follower Check. No obstante, perfiles de un carácter más serio tampoco se libran. De los más de 19 millones de usuarios que se juntan en la cartera de followers del presidente Barak Obama, sólo un 30 por ciento se correspondería, en principio, con usuarios reales.
Ante esto, cabría formularse la pregunta que aclare qué criterios sigue la herramienta Fake Follower Check para dejar al descubierto la información que revela cuántos perfiles falsos nos sigue y cuántos son cuentas inactivas. La empresa que se ha encargado de desarrollar esta aplicación, Status People, aclara, al menos en parte, este dilema.
Para entender qué caracteriza a un usuario falso, desde la compañía apuntan que la principal característica de este tipo de perfiles es la posesión de un nulo o muy escaso número de seguidores frente a una desmesurada plantilla de usuarios que se estén siguiendo. Asimismo, la publicación de pocas o ninguna entradas en la red social de los 140 caracteres determina la valoración de Fake Follower Check como perfil falso.
Los usuarios inactivos se catalogarían, simplemente, por la ausencia de tweets durante un tiempo, ajustándose más a un criterio razonablemente más aceptable. No obstante, no exponen claramente de cuánto tiempo se trataría. El resto de perfiles, sostienen, podrían considerarse reales ””aunque, lógicamente, parece que se pasan por alto las falsificaciones, parodias y demás.
Para poder realizar el mapeo, Fake Follower Check no examinaría una por una todas las cuentas que lleva un usuario en su lista de seguidores, sino que se limita al análisis de los últimos 100.000 followers o de 1.000 de ellos siguiendo un criterio aleatorio. Lógicamente, esto sólo se aplica en el caso de los usuarios que llevan tras de sí a todo un ejército de tuiteros pendientes de sus actualizaciones.
¿Y cuál es el objetivo de los llamados perfiles falsos? Simple y llanamente engrosar las listas de seguidores, algo que, como decíamos al principio, determina el supuesto nivel de influencia de una cuenta de Twitter.
En las últimas semanas se han conocido casos de políticos que han comprado, literalmente, paquetes de followers para dar la impresión de que gozan de una posición determinante en esta red social. Siendo así, herramientas como Fake Follower Check vendrían a separar la paja del grano. No obstante, precisamente la efectividad de estas aplicaciones pone en entredicho la utilidad real que finalmente vendrían a representar para sus objetivos.