Address Is Approximate

Internet se ha convertido en un foco de creatividad, donde las inquietudes de muchos artistas circulan a lo largo y ancho de la red en manifestaciones de lo más variopinto. Cada dí­a, portales de todo tipo, ya estén dedicados a la música, la fotografí­a, el cine o cualquier otra disciplina, demuestran que para ser creativo no es preciso contar con grandes medios ni holgados presupuestos: basta con una buena idea, una historia conmovedora y una puesta en escena fresca y original.

Address Is Approximate

Tom Jenkins es uno de los ejemplos de esto que hablamos. Es un creativo que desarrolla parte de sus inquietudes en el terreno de la animación ejecutada mediante la técnica del stop motion. Se trata de un sistema que desmenuza los movimientos en fotografí­as sueltas, tal y como hace la propia cinemática de una pelí­cula, aunque elaborándola de forma artesanal. Dicho de otro modo, cada una de las fases del movimiento stop motion se captura en una fotografí­a manual que, más tarde, se edita como una secuencia continua.

Hemos conocido una de las últimas piezas de este realizador, llamada Address is approximate, y que en poco más de dos minutos narra la sencilla aunque tierna historia de un juguete que quiere conocer el mar. Por la saga Toy Story, ya sabemos las dificultades que puede acarrear para un muñeco alejarse de los dominios de la habitación donde está confinado, y quizás el protagonista de esta historia lo sabe, por lo que se las ingenia para alcanzar sus objetivo con la ayuda de la tecnologí­a.

Address Is Approximate

En concreto, el pequeño personaje de esta historia usará un coche, también de juguete, estratégicamente situado frente a la pantalla del iMac de su dueño. A partir de ahí­, basta con sacar un billete en la agencia de viajes de Google Maps y recurrir a Street View para emprender el periplo, que contará con la inestimable colaboración de otros camaradas de juegos y decoración.

Usando ingeniosos trucos a través del práctico atrezzo que podrí­amos encontrar en cualquier despacho u oficina, Jenkins recurre a toda suerte de efectos para emular la sensación de que nuestro entrañable protagonista realmente se desplaza a través de Estados Unidos hasta llegar a la costa oeste del paí­s y conocer, ahora sí­, el océano pací­fico. Toda una experiencia concentrada en menos de tres minutos que da buena cuenta de que las mejores historias parten del ingenio y la ilusión por contar buenas historias.

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