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Por fin se acabó. Tras una década de agoní­a innecesariamente prolongada, Napster ha desaparecido del todo. Ahora, cuando tecleas www.napster.com, acabas en una página que te explica que Napster ahora se ha unido a Rhapsody. De hecho, puedes acogerse a una oferta de prueba con 14 dí­as gratuitos, y a partir de entonces 10 dólares al mes. Solo si vives en Estados Unidos. Si lo tecleas desde España, te encuentras con el fatí­dico cartelito de «todaví­a no podemos ofrecer este servicio en España».

Tampoco hay que hacerse mala sangre. La realidad es que Napster murió hace muchos muchos años, probablemente en el verano de 2001 cuando un juez ordenó el cierre de los servidores de la compañí­a. Todo lo demás, han sido intentos de refundación. En 2002 Bertelsmann compró la compañí­a, e hizo lo posible para librarse de pagar las numerosas multas acumuladas por violación de derechos de autor, pero acabaron pagando, y la inversión ya no fue tan rentable. Después acabó en manos de  Roxio, y por fin bajo el paraguas de Best Buy, que en 2008 pagó la friolera de 121 millones de dólares.

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Los sucesivos compradores pensaban, equivocadamente, que el nombre tení­a suficiente tirón, y todos intentaron rentabilizarlo como tienda legal en Internet. Se olvidaron de que el nombre no vale nada si no va acompañado de la mejor oferta de Napster, la música gratis. Y eso que lo han intentado todo. Raphsody ha comprado la empresa por un precio sin determinar, pero el nombre les importa muy poco. Sólo quieren hacerse con los suscriptores para crecer en un mercado como el norteamericano que está totalmente dominado por la tienda de Apple y donde cada vez cobra mayor importancia el servicio de Spotify.

Por cierto, los fundadores iniciales han corrido suerte diversa. Shawn Fanning, la cara visible de Napster, y para muchos programador y fundador de la cosa, se dio la torta después con Snocap, una especie de mercado en lí­nea para creadores multimedia, pero tuvo un cierto éxito con una red social llamada Rupture, que acabó, por 15 millones de dólares, en manos de Electronic Arts. Su último proyecto es Path, otra red social que permite compartir fotos con los familiares y amigos más cercanos. Tras su salida de Napster, Sean Parker fundó Plaxo, y después ayudó en la andadura inicial de Facebook. Sigue en la compañí­a, pero también es accionista de Spotify.

El menos conocido del trí­o inicial es Jordan Ritter. Tras la salida de Napster fundó una compañí­a para luchar contra el spam en el correo electrónico y empezó a trabajar con la industria de la música. Por fin, creo Zivity, una red social que pone en contacto modelos jóvenes y guapas con fotógrafos que buscar nuevos talentos. Su última empresa ofrece en Facebook pequeños trabajos de edición de textos en inglés.

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