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Es cierto que las redes sociales tienen un montón de usos útiles  y legí­timos, pero también presentan graves problemas derivados de un mal uso. Los expertos en seguridad están sumamente preocupados, porque han encontrado que cada vez más menores de dos años tienen su perfil en Facebook. Que los padres pierdan el norte, y aireen su vida a los cuatro vientos, es una decisión de adulto, pero esos mismos padres, en muchos casos, publican toda la información concerniente a sus hijos de corta edad.

Un reciente estudio de la empresa de seguridad AVG ha revelado que en Estados Unidos casi un 92% de los menores de dos años tiene ya un perfil en la redes sociales. El problema es tan grave, que la presencia de muchos niños empieza incluso antes de nacer. Sus madres se apresuran a publicar en la red sus ecografí­as, antes incluso de limpiarse la gelatina de la barriga. La cifra es escalofriante. Para casi el 22% de los menores, su primera presencia en la red es bajo la forma de ecografí­as. Esta cifra en Estados Unidos sube hasta el 34% y en Canadá al 37. En muchos casos, estos datos de menores se publican sin ningún tipo de restricción ni de control de acceso, para que todo el mundo lo vea.

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Para los adultos de más de 30 años, las redes sociales no son tan peligrosas. Al fin y al cabo, la mayorí­a de ellos tienen una huella digital de menos de 15 años. Los menores que figuran en las redes sociales desde el momento mismo de su nacimiento, van a tener una huella digital que va a abarcar toda su vida, y esto representa un graví­simo problema. Las publicitarias van a tener un perfil completo de estos ciudadanos cuando sean adultos, y aún peor, las aseguradoras van a poder rastrear historiales clí­nicos completos a partir de sus perfiles en la red. Lo mismo puede decirse de los reclutadores laborales y los psicólogos.

Por culpa de padres entusiastas y exhibicionistas que no saben controlarse y que no protegen debidamente los datos de los menores, les están exponiendo innecesariamente a las miradas ávidas de todo tipo de pederastas, y además facilitándoles enormemente la labor de los ladrones de identidad. Para estos últimos, el disponer de los datos de un ciudadano prácticamente desde el momento que nace, es un chollo. Por eso los especialistas en seguridad recomiendan extremar la seguridad y limitar al máximo el acceso a los datos de los menores de edad.

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