Hace cosa de un año que Google puso en marcha (en fase beta, como es su costumbre) el servicio de llamadas Google Voice. Ahora, la compañía ha anunciado el fin del período de acceso por invitación, con lo que Google Voice queda disponible para todo aquél que quiera instalarlo y utilizarlo. Eso sí, sólo en los afortunados Estados Unidos. Por estos lares seguimos en el tercer mundo tecnológico hasta nueva orden.
El servicio ha levantado no pocas ampollas, ya que consiste, en esencia, en una aplicación similar a Skype que aglutina todos los números de teléfono (particular, casa u oficina) permitiendo gestionar todas las comunicaciones desde internet y hacer llamadas gratuitas a cualquier número de teléfono de Estados Unidos o Canadá. El servicio también permite hacer llamadas internacionales a un precio realmente competitivo.
Esto de llamar gratis les ha sabido a cuerno quemado a las compañías telefónicas del otro lado del charco, que ya ven en Google a un peligrosísimo competidor. La propia AT&T ha interpuesto una demanda ante la FCC (el organismo yanki responsable de regular las telecomunicaciones) a ver que pasa. Aunque, de momento, la FCC no se ha pronunciado al respecto y Google Voice sigue campando a sus anchas.
Para más inri, Google Voice ya puede instalarse en algunos móviles bajo sistema operativo Blackberry OS o Android, lo que, en la práctica, permite llamar por la patilla con sólo una conexión de datos. La aplicación no está disponible para iPhone, que cada vez está más cerrado a cosas que vengan de Google.
La infraestructura de Google Voice ha sido posible gracias a la tecnología de una empresa llamada GrandCentral, que fue absorbida por Google en 2007 previo pago de 95 millones de dólares. El servicio aún no utiliza voz sobre IP, pero eso puede cambiar pronto, ya que Google también ha comprado Gizmo5, una compañía experta en esta tecnología de transmisión de voz mediante paquetes de datos. Mientras en Estados Unidos siguen disfrutando de ese servicio, en el viejo continente nos limitaremos a verles disfrutar y relamernos imaginando la cara que pondrán algunas operadoras el día que Google Voice llegue a España (que lo acabará haciendo).