Ni Simon Templar, alias El Santo, tendría una oportunidad. Al menos en Reino Unido. En el país británico, la agencia Border Agency (Agencia de Fronteras), sigue obsesionada por la seguridad. Su última medida consiste en utilizar un sistema de reconocimiento facial sobre los viajeros que deseen traspasar sus límites. Así, se ratifica que la imagen del pasaporte biométrico (que mide los procesos biológicos), una fotografía digital, y su dueño sean la misma persona. Aunque haya cambiado su apariencia.
Los puntos de control reciben el esclarecedor nombre de «Facial Recognition Kiosks». Es decir, «quioscos de reconocimiento facial». Donde estén instalados, quienes desee salir o entrar del país deben someterse a un completo escaneado de su rostro antes de recibir el beneplácito de los autoridades. En el siguiente vídeo un periodista de la BBC vive la prueba en sí mismo:
La primera de las cabinas de reconocimiento facial se instaló en el aeropuerto de Manchester en 2008. En el aeropuerto de Stansted, situado en el condado de Essex al suroeste del país, donde fue colocado en el mes de diciembre de 2008, ya lo han experimentado en torno a 160.000 pasajeros. También se les denomina «Smart Gates», o «Puertas inteligentes». Tarda unos segundos en escanear la cara de los viajeros y en comprobar que coincide con que la fotografía. Si es así, las puertas se abren. Lo que se dice «entrar por la cara».
Podría considerarse como una medida que garantiza la protección de pasajeros potencialmente amenazados por terribles terroristas internacionales… O como un nuevo e innecesario exceso típico de los tiempos alarmistas que corren.
Vía: Kiosk Europe