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La inteligencia artificial es un objetivo cientí­fico al que pocos pueden negar ya visos de credibilidad y realismo. Y al que también muy pocos se atreven a fijar una fecha concreta de creación o nacimiento. Entre este grupo de optimistas investigadores se encuentra el neurocientí­fico Henry Markram (integrante del denominado Blue Brain Project o Proyecto Cerebro Azul, en español), que ha asegurado recientemente que en el plazo de diez años habrá sido creado un cerebro artificial capaz de replicar las funciones del cerebro humano.

Y va más allá. En un artí­culo publicado por el servicio europeo de noticias AlphaGalileo, asegura además que en estos momentos es ya técnica y biológicamente posible la creación de un cerebro artificial. La única traba: los altos costes económicos que representarí­a. Y ya se sabe, no está el horno para bollos, precisamente.

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Pero, ¿cómo se podrá plasmar, tecnológicamente hablando, el complejo funcionamiento del cerebro humano? Según detalla Markram, el objetivo de los cientí­ficos se centra en crear un complejo programa informático de los circuitos neuronales, con el objetivo último de descubrir su mecanismo de funcionamiento. Para alcanzar este importante objetivo, el modelo informático deberá comprender todos los niveles del cerebro, incluido el molecular.

Intentemos explicarlo más claramente. Esta especie de recreación informática será tridimensional y se llevará a la práctica en varias fases. La primera de ellas se centrará en el neocortex, es decir, aquellas que nos proporciona todos nuestros recuerdos, conocimientos, habilidades y experiencia acumulada durante nuestra vida.

Por su parte,  en la segunda de las fases se desarrollarán dos modelos más: el modelo molecular y el del sistema neocortical, éste último protagonista de procesos intelectuales superiores como el razonamiento lógico, la sí­ntesis, el análisis o la creación, entre otras. Finalmente, en una tercera fase el modelo, ya completado, será observado para ver cómo se comportan las diferentes partes del cerebro.

La idea final se concretará en una fusión perfecta entre los conocimientos biológicos e informáticos, un logro de ciencia-ficción que permitirá visualizar en la pantalla de un ordenador experiencias neuronales a nivel de microcircuitos sin la necesidad de realizar este tipo de experimentos sobre cobayas de laboratorio. Al menos ellas, imaginamos, habrán respirado tranquilidad al enterarse de la buena nueva.

Ví­a: Las 7 en punto

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