Por fin podremos entender la letra del médico. Será gracias a hCOD, un software desarrollado en Barcelona por la empresa Thera. El programa es capaz de interpretar los borrones ilegibles que suelen usar como escritura los profesionales de la medicina y en general del sector sanitario, que tienen una merecida fama de escribir con una tipografia ininteligible. Gracias a esta inexplicable tradición, el equipo de Thera ha logrado encontrar un filón en crear una aplicación que interpreta las expresiones prototípicas y abreviaturas habituales, adaptándose a cualquier ámbito sanitario.
Esto quiere decir que son perfectamente interpretables las palabras escritas en el área de atención primaria, urgencias, radiología o las de cualquier consulta externa. El programa, que ya se utiliza en la Fundació Puigvert de Barcelona, puede ser muy útil para llevar al corriente toda la información que pasa por las consultas y que, hasta el momento, tiene que ser gestionada a duras penas por el resto de profesionales del equipo médico.
Asimismo, el software es capaz de registrar ciertas patologías y crear documentos más fiables que los actuales, incluyendo amplias explicaciones sobre la sintomatología y la evolución de la enfermedad. Se trataría, en ese caso, de crear informes mucho más completos que los que se redactan a mano, sin pasar por alto ningún detalle. A esto hay que sumarle la posibilidad de corregir la ortografía o incluso de trabajar en distintas lenguas.
Veremos qué tal se enfrenta la aplicación al mundo real de los centros de salud. Las recetas que salen de ahí son más complicadas que la tipografía de algunos cuadros de seguridad de las webs. El tú a tú con el paciente hace que cada médico escriba lo que quiera en su propio argot, cosa que amplía el abanico de interpretaciones y reduce la efectividad del software. Aun así, y cada vez más, el médico de cabecera ya está al tanto de las nuevas tecnologías. Y afortunadamente ya son muchos los que redactan sus recetas e informes en el ordenador.
Fotos de Pharmacy Times y golan / Vía: La Vanguardia