Hoy hace justamente cinco años, el iPod apareció en nuestras vidas. Cinco años después y cinco evoluciones más tarde, sigue siendo el rey indiscutible de los reproductores de mp3 con varios cuerpos de ventaja sobre el resto.

Muchos han sido los modelos de la competencia que se han lanzado al mercado intentando hacer sombra al dispositivo blanco de la marca de la manzana, los famosos «iPod-killers», pero ninguno ha llegado mí­nimamente a inquietarle. El último de estos intentos es de Microsoft y se llama Zune. Ya veremos si lo consigue.

Independientemente de las bondades técnicas del aparato, el iPod se ha convertido en un fenómeno digno de estudio. No dispone de muchas de las funcionalidades que tienen sus competidores que cuestan la mitad. A no ser de que se le añadan perifericos externos, no puede grabar, no tiene radio, sus auriculares no son una maravilla… pero venden como churros. El espectacular diseño es una de las bazas más importantes. Ha sido copiado hasta la saciedad, pero nadie ha conseguido darle ese tacto que hace tan especiales a estas máquinas.

Dentro de poco, si no ya, podremos ver por museos de todo el mundo estos aparatos junto con la silla Barcelona de Mies Van de Rohe u otras obras maestras del diseño moderno.

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