Talos, según la mitología griega, era un autómata gigante de bronce que protegía Creta de los extranjeros, quemándolos. En un alarde de habilidad con las siglas, el Mando De Operaciones Especiales de los Estados Unidos (SOCOM) ha denominado así a un proyecto que pretende dotar de armaduras de combate asistidas a sus soldados. El nombre completo del proyecto se puede traducir como Uniforme Ligero de Asalto Táctico (Tactical Assault Llight Operator Suit – TALOS), y es difícil no asociarlo con la armadura de Iron Man tras ver el vídeo que han colgado en YouTube. Esta vez no es un disfraz.
http://www.youtube.com/watch?v=bPjatYDHJKo&feature=player_detailpage
TALOS es un uniforme avanzado (aunque lo más correcto sería llamarlo armadura) que proporcionará a quien lo lleve fuerza sobrehumana y protección antibalas. Su equipamiento informático y a su conexión de red también proporcionará al soldado mejor conocimiento tanto de la situación táctica como de su propio estado físico.
Al menos en teoría. Aunque el proyecto es totalmente real y se puede consultar su licitación pública, es poco probable que pase de ser una lista de deseos, al menos de momento. Aún no existe en el mundo nadie con la capacidad para fabricarlo. Los requisitos técnicos empiezan por un exoesqueleto que debe ser, al mismo tiempo, ligero, resistente a impactos de proyectiles de alta velocidad y, por supuesto, articulado. Bajo él, pegada a la piel, debe ir una segunda capa que integre todos los sensores necesarios para controlar la temperatura, frecuencia cardíaca, nivel de hidratación y otras constantes vitales. Eso, sin contar con que también debe disponer de algún tipo suministro de energía que proporcione fuerza suficiente, no ya para atravesar puertas, sino, simplemente, para poder moverse con él. Y que deberá integrar antenas, pantallas y, por supuesto, armamento de algún tipo. No parece que, con la tecnología actual, se pueda hacer algo así. Al menos, de ese tamaño.
La solución al problema del exoesqueleto podría estar, como se especula desde hace algunos años, en los fluidos magnetoreológicos. Estos son fluidos «inteligentes» cuyo aspecto normal es parecido al del aceite. Cuando se exponen a un campo magnético, su viscosidad aumenta en tan sólo unos milisegundos hasta el punto de convertirse en un sólido viscolástico (sí, como los colchones). Aunque esta tecnología es real, aún está en fase de desarrollo y pasarán años antes de que tenga alguna aplicación práctica. Al menos, en lo que respecta a la elaboración de armaduras de combate. En este vídeo puedes ver cómo funcionan.
La idea de TALOS, desde luego, no es nueva. Las armaduras se emplean desde la antigí¼edad y, aunque su uso cayó en franca decadencia tras la edad media, siempre han seguido empleándose algún tipo de coraza protectora. Todos los uniformes de combate modernos incoporan chalecos antibalas e, incluso, bolsillos especiales destinados a alojar placas de metal contra impactos de metralla y armas de gran calibre. Donde nunca han dejado de emplearse han sido en la ciencia ficción. «Tropas del espacio» o «La guerra interminable» son sólo dos ejemplos clásicos en los que hay trajes de combate que, imaginamos, representan el sueño de los creadores de TALOS. Y, por supuesto, los cómics de Marvel, en los que también aparece, como curiosidad, una criatura claramente inspirada en el Talos mitólógico: el Destructor de Asgard.
Casi el país más reciente del mundo y se han pasado más de media existencia gastando dinero en buscar al «soldado perfecto»… Y los mendigos americanos muriendo en las calles… Hay que ver hasta qué increibles puntos lleva la cobardía, porque esto nace de un miedo atroz a enfrentarse a un enemigo cara a cara. El trauma de Vietnam siempre vivirá en los corazoncitos de esos pobres gringos.
Totalmente de acuerdo.