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Sin entrar en la cuestión de fondo acerca de la legitimidad de compartir archivos, lo cierto es que Kim Schmitz, o Kim Dotcom, como le gusta que le llamen, se ha hecho multimillonario con Megaupload. Su idea ha tenido a lo largo de los últimos seis años más de 175 millones de dólares en  ingresos. No es una empresa al uso como la mayorí­a de las que publican enlaces. Su negocio principal no es la publicidad en Internet. Con ella sólo ha ganado 25 millones de dólares. Los 150 restantes proceden de las suscripciones pagadas por los usuarios (110 millones pagados a través de Paypal) que querí­an un espacio de alojamiento virtual en la red. O, en la mayorí­a de los casos, descargar los archivos a mayor velocidad. Ahora está acusado de violación del copyright, pero también de blanqueo de dinero y de conspiración criminal.

Si las cosas se tuercen además, se va a tener que enfrentar a miles de demandas de usuarios que han perdido el dinero que pagaron por suscripciones que en muchos casos estaban garantizadas de por vida. La industria del entretenimiento le acusa de provocar pérdidas superiores a los 500 millones de dólares. Megaupload no tardó demasiado tiempo en convertirse en una idea afortunada, en todo un éxito entre los internautas. Por eso ha ayudado a distribuir millones de copias de material protegido con copyright. El servicio ocupa el puesto número 13 dentro de la lista de los lugares más visitados de Internet, y es probable que haya recibido más de 1.000 millones de visitas en toda su historia. Tiene casi 180 millones de usuarios registrados y recibe una media de 50 millones de visitas al dí­a.

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Solo Megaupload absorbe casi el 4% del total del tráfico de Internet. Según el informe del juez, buena parte del éxito de la idea consiste en el modelo de negocio desarrollado por Kim Dotcom. Los usuarios gratuitos del servicio ya pagaban su presencia en el mismo viendo publicidad. En los últimos tiempos ésta se contrataba a través de la red publicitaria de la propia empresa. Además hay un núcleo duro de usuarios, que participaban en un programa de incentivos económicos para que subieran material caliente, archivos pertenecientes a pelí­culas y discos de estreno. Para participar en el programa debí­an generar al menos 50.000 descargas en 3 meses. Entonces cobraban al menos un dólar por cada 1.000 descargas, y un bonus por cada puesto ocupado en el “Top 100” de decargas.

Algunos usuarios vietnamitas cobraron más de 60.000 dólares en bonus. La empresa dedicó millones de dólares a este programa de incentivos, pero también invirtió cantidades ingentes en el desarrollo del negocio y de páginas paralelas que abarcaban otros campos como la pornografí­a. Incluso gastaron 65 millones de dólares en ancho de banda, servidores y capacidad de almacenamiento. Porque el gran problema de Kim Schmitz es que él no publicaba enlaces como otras páginas, sino que alojaba fí­sicamente millones de ficheros protegidos con copyright en sus ordenadores.

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Todo su negocio se basa en las grandes cifras. Necesitaba que los usuarios subieran archivos de éxito para generar mucho tráfico, muchas visitas publicitarias. Aparte de ello, a los usuarios gratuitos del sistema les recordaba que tení­an la posibilidad de pagar una suscripción para obtener mayor capacidad de almacenamiento y una mayor velocidad de descarga. El informe del juez también refleja el funcionamiento del sitio Megavideo, que permití­a ver pelí­culas y series de estreno en un reproductor flash. Lógicamente la empresa no pagaba a los propietarios del copyright por el uso de las pelí­culas. Los usuarios gratuitos sólo podí­an ver 72 minutos de cada pelí­cula, y así­ se quedaban con las ganas de ver el final. Esto les animaba a suscribirse al servicio.

Dotcom y sus socios se enfrentan ahora a cargos de infracción del copyright, pero si se libraran de ellos, aún pueden caerles 50 años por conspiración criminal,  y unos cuantos más por blanqueo de dinero. Ante toda esta maraña de cargos, quizá el más ridí­culo sea el que les acusa de “poseer para lucrarse 10 o más copias de uno o más trabajos protegidos por copyright, durante 180 dí­as y por un valor de ¡2.500 dólares!”. También les acusan de no retirar los contenidos protegidos cuando la industria los identificaba. E incluso de mentirles y decir que ya no estaban, cuando todaví­a estaban accesibles. El argumento de que sólo ofrecí­a el espacio de almacenamiento sin saber lo que alojaba, no cuela a la vista de los correos intervenidos en los que hablan de pagar los bonus a usuarios por archivos concretos.

Todo esto aparece en el escrito del juez publicado en las últimas horas. A partir del lunes, comienza el juicio y sabremos más detalles de este caso.

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