El informe de Hacienda que acompaña al sumario y desvelado hoy por la cadena SER pone las cosas en su sitio. Quienes hasta hace poco regían los destinos de la SGAE y cuidaban del reparto de los derechos de autor gastaron 30 millones de euros a costa de la sociedad. El informe les acusa de desviar este dinero a cuentas de sus propias empresas. Los acusados por esta trama de corrupción montaron una red de empresas con el único fin de desviar capitales.
La Agencia Tributaria y la Guardia Civil han descubierto que este dinero se dedicó a pagar facturas correspondientes a gastos exclusivamente suntuarios. A los acusados les va a resultar difícil justificar los viajes de lujo, el alquiler de coches de alta cilindrada o de apartamentos para pasar el veraneo, los regalos de empresa, las joyas, la lencería o los pequeños electrodomésticos. La impunidad con la que desarrollaban los acusados sus actividades presuntamente fraudulentas le llevó incluso a cargarle la sociedad de gestión incluso tickets de supermercado.
Hay facturas que llaman especialmente la atención como las de estancias en hoteles de Río de Janeiro o el famosísimo hotel Ritz de Nueva York. Elena Vázquez pasó facturas por valor de 215,000 euros durante 2007, y el propio José Luis Rodríguez Neri, cabecilla de esta tela de araña y exconsejero de la sociedad cargó facturas de fiambres comprados en una conocida jamonería, o su cena en un restaurante veneciano.
La cadena SER también ha desvelado que Neri y Ramoncín podrían haberse reunido en un restaurante madrileño mes y medio antes de la intervención de la policía para tratar de la posibilidad de sacar el dinero de la SGAE fuera de España. Ambos personajes podrían haber tenido una cuenta conjunta, y durante dicha reunión tratarían la posibilidad de cerrarla.