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Twitter se ha convertido en una potente herramienta de promoción, personal y profesional. Aquellos que quieren conseguir seguidores rápido simplemente pueden comprarlos. La actividad en las cuentas falsas se emplea para influir en los temas candentes dentro de esa red social. Para crear tendencia, la actividad debe realizarse a gran escala, y para eso están las factorí­as de robots de Twitter. En un reciente reportaje, el diario Wall Street Journal muestra cómo funcionan. Allí­ relata el caso de un operador llamado Jim Vidmar, que gestiona una red de 10.000 robots y ofrece servicios de promoción en lí­nea para artistas y famosos. Radicado en Estados Unidos, con una docena de ordenadores, cada dí­a se encarga de que sus cincuenta clientes parezcan más populares e influyentes dentro de Internet.

En septiembre, Vidmar conseguí­a aumentar la visibilidad del grupo de rock australiano The Contagious. En solo una semana, lograba un aumento de 20.000 nuevos seguidores para la banda, usando su software para seguir a más de 100.000 usuarios de Twitter. En las condiciones de servicio, la compañí­a veta la compraventa de cuentas de seguidores y la creación de cuentas de forma masiva. Twitter usa controles automáticos y manuales para detectar, bloquear y suspender las cuentas falsas. Sin embargo, no siempre son fáciles de distinguir. Las más sofisticadas presentan un perfil con una biografí­a completa y una foto e incluso incluyen enlaces a diversos sitios web. Asimismo, la compañí­a es consciente de que cuatro de cada diez usuarios reales no presentan casi ninguna actividad, ya que únicamente están registrados para seguir cuentas de otras personas.

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Los operadores de estas factorí­as de robots de Twitter se adaptan bien a los cambios. Cuando la compañí­a pone en la lista negra alguna de sus cuentas, basta con completarlas con más datos, añadir imágenes y publicar tuits para sanearlas. Los gestores de estas factorí­as no siempre crean ellos mismos las cuentas simuladas, sino que suelen contar con suministradores. Twitter afirma que las cuentas falsas representan menos del 5 por ciento de sus 230 millones de usuarios activos (11,5 millones de cuentas), de acuerdo con el folleto de salida a Bolsa. En cambio, otras fuente manejan cifras superiores, como el diario The New York Times que, en abril de este año, hablaba de 20 millones de cuentas falsas en la popular red de microblogs.

El negocio de vender falsos seguidores de Twitter no es nuevo. Los operadores explotan paquetes de miles de cuentas por un precio variable según volumen, que comercializan por Internet. Los compradores suelen pagar con tarjeta de crédito. Conseguir una cuenta falsa cuesta entre 2 y 30 dólares, aunque el precio medio de un paquete de mil seguidores simulados ronda los 18 dólares. Una misma cuenta falsa se puede vender a varios compradores a la vez. No es ninguna pega, sino todo lo contrario porque así­ aumenta su apariencia de autenticidad. También es posible comprar retuits falsos; contratar cinco retuits al dí­a puede costar 9 dólares al mes.

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