Un desafío a la cultura de la llamada obsolescencia programada. La compañía holandesa pone a la venta una bombilla cuya esperanza de vida llega a la veintena de años. El dispositivo ha ganado el premio anual que concede el departamento de energía de los Estados Unidos, por ser increíblemente eficaz en lo que se refiere a consumo energético.
Y es que la esperanza de vida no es el único punto a favor de esta bombilla. Su consumo energético es unas seis veces menor que el de una bombilla tradicional, proporcionando la misma potencia. Además, desde Philips presumen de que, con un uso normal de tres horas diarias, puede alargar aun más su vida útil, hasta los 27 años.
El precio de esta bombilla es quizá su mayor inconveniente, dado que alcanza los 50 dólares (38 euros). Si bien, el precio ya ha bajado desde los 60 dólares (45 euros) que costaba originalmente. No obstante, para lograr el premio del Gobierno Americano, Philips tendrá que rebajar aun más el precio, hasta los 22 dólares (17 euros). La marca holandesa afirma estar trabajando en reducir aun más los costes, que puede que sean asumidos en parte por el propio Gobierno Norteamericano.
La bombilla se va a poner a la venta este domingo en los Estados Unidos, coincidiendo con el día de la tierra. Lo que no sabemos es si llegará a venderse en más mercados, ni mucho menos sus posibles fechas de introducción. En cualquier caso, es posible que esta bombilla no tenga demasiada repercusión en el mercado, dado el gran impulso que han tomado en los últimos tiempos las bombilla de bajo consumo o lámparas fluorescentes compactas. Estas no ofrecen cifras de consumo y rendimiento tan espectaculares, pero la diferencia no es demasiado grande. Sin embargo, las lámparas de bajo consumo aun resultan mucho más baratas que las de tecnología LED, ya que se pueden encontrar por apenas tres o cinco euros.
La tecnología LED parece el futuro de la iluminación doméstica e industrial. Sus ventajas son innegables: consumo eléctrico mínimo y una esperanza de vida muy larga. Sin embargo, es difícil que se impongan entre los consumidores cuando sus precios son aun tan elevados. Lo que si que parece que va a desaparecer completamente son las bombillas incandescentes, es decir, las de toda la vida. A pesar del gran arraigo que tenían entre la población, estas bombillas desperdiciaban hasta un 90% de la energía en forma de calor.
En Europa se han ido eliminando las bombillas de filamento a través de distintas normativas desde 2010, empezando por las de mayor potencia. A partir de septiembre de este año estará prohibida su venta por completo. En Estados Unidos aun han tardado un poco más, pero dentro de dos años, en 2014 también será imposible adquirir bombillas tradicionales. Una medida que supondrá un ahorro energético enorme, y que sólo en la Unión Europea se ha estimado entre 5.000 y 10.000 millones de euros cada año.