Reciclaje de electrónica: el gran engaño 1

Es una imagen habitual en casi todas las ciudades y pueblos de España. Gente de toda condición, que se acerca a una baterí­a de contenedores de distintos colores, y va depositando por separado distintas basuras. Nos han concienciado de la necesidad de reciclar. Si es importante separar los residuos orgánicos del plástico, aún más importante es depositar en los lugares adecuados los electrodomésticos. Por su propia composición, son los más contaminantes de todos los residuos. Pero no sabemos qué ocurre con ellos una vez nos depositamos en el contenedor. Una reciente investigación desvela que la mayorí­a no se recicla jamás o se hace mal.

No pasarí­a de ser una mera chapuza, si no fuera porque en la mayorí­a de los electrodomésticos los compradores están abonando una tasa. El hecho de que la mayorí­a de los electrodomésticos no se recicle, indica que las empresas que nos cobran 300 millones de euros al año se los embolsan por la cara. Esta investigación aclara que sólo se recicla la quinta parte de los aparatos que se venden. Quienes más se benefician son los fabricantes de electródomésticos, que cobran la tasa por reciclar en el precio de los equipos, aunque luego no lo hagan.

Reciclaje de electrónica: el gran engaño 2

Las leyes sobre el reciclaje en España no piden imposibles. Asignan la responsabilidad sobre la gestión de los residuos resultantes a quien fabrica los productos, pero les permite cobrar por ello. De esta manera, todos los implicados en la cadena de producción, sobre todo el consumidor final, pagan su parte de este proceso contaminante. El consumidor abona cinco euros de tasa por un microondas, y hasta 20 euros por un frigorí­fico. Esta cantidad se entrega al fabricante que tiene que encargarse de reciclar los equipos. Pero no son los fabricantes quienes se encargan del reciclado. Se lo encargan a un sistema llamado SIG o Sistema Integrado de Gestión.

Lo bueno que tiene esto es que sólo les pagan por cada aparato reciclado. Se quedan con la tasa correspondiente a aquellos aparatos que no se reciclan y que ya han abonado los compradores. Pero los fabricantes no son los únicos responsables. Los vendedores tienen la obligación de aceptar y retirar electrodoméstico viejo al instalar en el domicilio el de sustitución si así­ lo solicita el comprador, y después deben llevarlo al lugar de reciclaje. Muchos vendedores se niegan a hacerlo, o incluso cobran extra por la retirada.

Ahí­ empieza la pesadilla para los ciudadanos que deben dirigirse a un punto limpio para depositar el electrodoméstico. La mayorí­a están en las afueras de las ciudades, en lugares escasamente accesibles. Un buen número de los pequeños pueblos españoles ni siquiera tiene un punto limpio donde depositar residuos peligrosos. Este informe elaborado por la OCU parece casi una pelí­cula de espí­as, pero es real. Los de la asociación han escondido dispositivos GPS en diversos electrodomésticos que han encaminado al proceso de reciclaje. Comprobaron con preocupación que la mayorí­a acampaba en vertederos ilegales, desguaces o chatarrerí­as, en lugar de en plantas de reciclaje especializadas. Muchos fueron desmontados sin control, vertiendo lí­quidos y gases peligrosos al medio ambiente.

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