Se trata de una cifra escalofriante. Es cierto que el Gobierno español ha aprobado a finales de abril la inclusión de la banda ancha dentro de ese paquete de comunicaciones básicas conocido como Servicio Universal de Telecomunicaciones. Se supone que servirá para garantizar que todos los ciudadanos que vivan dentro de las fronteras del Estado español van a poder acceder a Internet al menos una magra velocidad de tan sólo 1MB por segundo, aunque esto será a partir del año que viene. Para colmo, no se garantiza ninguna velocidad de subida, que quedará al arbitrio de cada operador.
Mientras tanto, 1 millón y medio de hogares españoles están atrapados detrás de eso que antes llamaban la brecha digital, y que ahora de forma muy fina califican de situación de exclusión digital. De ellos, 690,000 no tienen acceso a Internet de banda ancha, y 730,000 navegan a velocidades muy inferiores a las 2 MB. Ni siquiera sirve de consuelo que en Europa haya más de 30 millones de hogares en situación similar, esto es, o no tienen acceso a Internet, o se conectan de forma muy limitada. Algunos operadores intentan poner soluciones, pero por el momento con poco éxito.
Los hogares excluidos del banquete digital se hallan sobre todo en zonas rurales, donde a los grandes operadores no les interesa crear grandes infraestructuras de comunicaciones. Son pueblos donde se navega con conexiones a Internet a través de la línea telefónica normal, o como mucho donde hay una sencilla centralita ADSL. Poco a poco van surgiendo ciertas ofertas que permiten a los habitantes de estas zonas desfavorecidas asomarse al escaparate digital.
Las conexiones inalámbricas LMDS o WIMAX son una de estas soluciones, aunque su rendimiento depende en gran medida de factores tales como la distancia a la antena repetidora, la orografía del terreno, o incluso accidentes tan sencillos como la altura de las casas que rodean al usuario. Incluso la meteorología puede afectar al rendimiento. Algo más estables resultan las conexiones de satélite, pero en la modalidad de tarifa plana tienen poca velocidad, y otros contratosmás rápidos suelen incorporar límites de consumo. Para colmo, precisan de la instalación de una compleja y pesada antena en el tejado o en la fachada, y que haya línea directa clara con el satélite.
