Los consumidores de Internet, hartos de los elevados precios de la reparación de los gadgets, acaban de iniciar una revolución. Se aglutina alrededor del Manifiesto a favor de los gadgets reparables, y reconoce una carta de derechos de los usuarios. Según ella, los consumidores deberían tener derecho a reparar sus propios aparatos sin que ello invalide la garantía. Los usuarios tienen derecho a aparatos que se puedan abrir de forma sencilla para acceder al interior.
Tienen derecho a los códigos de error, a los diagramas electrónicos, a las instrucciones, y a la documentación que explica cómo reparar el producto. Como ocurre con el mundo del automóvil, los usuarios deberían tener derecho a elegir el taller donde reparar su MP3 o su teléfono, y no tener que ir a los servicios técnicos oficiales que cobran mucho más caro. También insisten en que los usuarios tienen derecho a que no se barnicen los tornillos para que no se puedan sacar. En definitiva, los usuarios tienen derecho a reparar sus propios aparatos con sus propias manos. El consumidor ahorra dinero, y es bueno para el planeta. Reparar es más ecológico que reciclar. Por desgracia, es malo para las marcas que pretenden vendernos un nuevo cacharrito cada seis meses.
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