Hay instalaciones que precisan de altavoces invisibles, y la única manera de lograrlo es empotrándolos en el techo o en las paredes. Estos altavoces de Bose, los 191 valen para ambas aplicaciones, y dan un sonido especialmente agradable gracias a que incorporan su propio recinto.
Permiten concentrar el sonido en la habitación que se quiere sonorizar pero dan un escenario donde no hay zonas de escucha preferente. Soportan potencias de hasta 100 vatios, y su rejillas se puede pintar en cualquier color para que resulten aún más discretas. La pareja sale por unos 450 euros.
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