Bing-China

Internet abre un mundo de posibilidades y es, ante todo, una poderosa herramienta de difusión. Algo que a los gobiernos totalitaristas no conviene bajo ningún concepto. Los intentos de las autoridades de China por controlar la Red son famosos y por desgracia, a menudo están apoyados por multinacionales occidentales. Un periodista del New York Times, Nicholas Kristof, ha acusado a Bing de «formar parte del aparato de propaganda del Partido Comunista Chino«. Se basa en que los resultados que ofrece el buscador de Microsoft se supeditan a las prácticas de férreo control de la información ejercido por el gobierno de Beijing.

Pero que  nadie se engañe porque no es ninguna novedad. Además, ninguno de los principales competidores de Bing, Google o Yahoo!, permanece libre de pecado. El caso de Yahoo! es el peor con mucha diferencia según ha señalado el articulista del New York Times, puesto que llegó a proporcionar al gobierno chino datos de titulares de cuentas para facilitar su detención.

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El columnista, para lanzar su dura acusación de que Microsoft ha sacrificado su integridad en aras de introducirse en el mercado del paí­s asiático, se fundamenta en los resultados de las búsquedas. Si se teclean en inglés términos conflictivos, como Tiannamen, Falun Gong o Dalai Lama, Bing ofrece una lista de entradas aceptables. Lo mismo sucede si se escriben en los caracteres chinos complejos que se utilizan de forma habitual en Taiwan o la antigua colonia británica de Hong Kong. Sin embargo, cuando el código que se emplea es el simplificado del continente, remite a una propaganda «pro-Comunista» en palabras de Kristof. De repente, como por arte de magia «no hubo masacre en la Plaza de Tiannamen. El Dalai Lama se convierte en un opresor y los creyentes de Falu Gong son villanos, no ví­ctimas». Sin embargo, si hay algo que de verdad encuentra infame el periodista del New York Times, es que la situación se produce no importa desde dónde se efectúen las búsquedas. Es decir, que si en nuestro paí­s insertamos «Dalai Lama» en chino simplificado, las entradas que encontramos son las legitimidas por las autoridades dictatoriales chinas. En el caso de Google es casi igual, si no fuera por un matiz. La censura se ejerce dentro de la República Popular China con Google.cn, pero en el resto del mundo no es así­. Aunque se teclee en la tipografí­a mencionada, si se está en otra nación los resultados son los que no han pasado por el filtro del gobierno.

Al parecer, en su momento Nicholas Kristof tuvo un enfrentamiento con Microsoft debido a esta cuestión. Escribió sobre el tema en el mismo diario el pasado mes de junio, lo que provocó el enfado de la compañí­a. Uno de sus portavoces, Kevin Kutz, lo negó todo. También dijo que los chino – parlantes de Microsoft no habí­an encontrado los resultados desvirtuados denunciados por Kristof. El periodista les respondió con el enví­o de una serie de capturas de pantallas que ratificaban sus acusaciones. Los de Redmond admitieron que eran ciertas, pero que se debí­an a «un error temporal«. Sin embargo, seis meses después, señala el periodista, «la censura continúa» en lo que considera «un insulto a su inteligencia» y a la de los usuarios. Sobre todo, porque los nuevos argumentos defensivos que ha empleado el señor Kutz es que los resultados de las búsquedas en un idioma son recalcados desde dentro del propio paí­s, como si los algoritmos que usara Microsoft no tuvieran nada que ver.

En resumen, la situación se mantiene y nada hace pensar que vaya a cambiar. Para fundamentar sus crí­ticas, el periodista ha colgado en Internet varias capturas de pantalla de los resultados de sus búsquedas en la siguiente dirección.

Ví­a: New York Times

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