En Japón se han sacado de la chistera un nuevo invento para controlar la venta de tabaco en las máquinas (¿es que esto nunca se va a terminar?).
Mediante un sistema de identificación por tarjetas, las autoridades sanitarias del país nipón confían en que los menores no puedan adquirir las cajetillas impunemente, como sucedía hasta ahora. Y es que estos jóvenes saben ingeniárselas para comprar los cigarrillos y esconderlos en sitios insospechados.
Impulsadas por el Tobacco Institute, las citadas tarjetas se conocen como “taspo”, una abreviatura de “tobacco passport” (que podría traducirse a nuestro idioma como “pasaporte de tabaco”). Ya que en Japón la edad mínima legal para fumar es de 20 años (no entendemos porqué no han puesto los 35).
A partir de ahora y gracias a esta maravilla mecánica al servicio de la represión, sólo los mayores dispondrán de ellas y podrán comprar en las expendedoras.
Llevan un circuito integrado gracias al cual la máquina puede verificar que el consumidor alcanza la edad necesaria. También funciona a modo de monedero electrónico, de forma que con una simple pasada por el lector es posible comprar el paquete seleccionado. Así no hay que estar buscando calderilla en los bolsillos ni pedir cambio cuando llevas billetes (aquí todo es muy pulcro).
Este método de control, que se puso en práctica a comienzos de este año, es más cómodo y directo que el modelo en España, donde los fumadores tienen que esperar a que el dueño del bar les atienda para activar la máquina mediante el control remoto. Pero sigue siendo un método taimado donde el Estado castiga, oprime y controla al fumador (que es el que está esclavizado por el tabaco).
En lugar de esto, primero, debería dejar de enriquecerse a costa de imponer impuestos altísimos sobre el consumo de tabaco. Y, segundo, debería controlar y catigar a los fabricantes de tabaco para evitar que sigan poniendo productos que potencian la adicción y aumentan el riesgo de cáncer.
Vía: Geekologie. Foto de The Beardster.
Me equivoco o eres fumador?
Fuma quién quiere,no le echemos la culpa de todo al estado