tuexperto.com pasa de Second Life 4

¿Second qué…? Nos da igual que Adidas haya abierto una tienda en Second Life. Nos importa un pepino que Gaspar Llamazares (ese polí­tico desconocido de Izquierda Unida) se haya montado un alter ego en Second Life. Nos deja indiferentes que la ONG Mensajeros de la Paz pida limosna en Second Life. Si nos da pereza acudir a manifestaciones en las calles, menos todaví­a pensamos ir a las virtuales, por muy legí­timas que sean.

Nos produce urticaria todo ese petardo informativo y marketiniano que rodea a Second Life, ese mundo virtual en tres dimensiones donde cualquiera puede crearse un personaje al gusto y vivir una segunda vida, paralela a la real.

A nadie se le escapa el tirón que tiene este proyecto. Si tu empresa farda de estar a la última, seguro que ya tiene una oficina en este mundo paralelo. Los polí­ticos también le han echado el ojo a este nuevo invento del marketing. Los mandamases que se reúnen cada año en la cumbre de Davos también están a la expectativa. Hasta el Gran Wyoming ha decidido presentar su programa simultáneamente en el mundo real y en el virtual.

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Lo próximo será que organismos e instituciones se integren también en este universo paralelo, como ya ha hecho el FBI o como se están planteando en las altas esferas de la Unión Europea.tuexperto.com pasa de Second Life 4

Ante toda la expectación que ha creado este nuevo juego, nos gustarí­a lanzar un comunicado oficial: tuexperto.com no piensa abrir oficina virtual en Second Life. Respetamos a todo el que lo haya hecho, no es nuestro afán criticar esta forma de entretenimiento. Y menos cuando algunos miembros de la redacción han pasado gran parte de su adolescencia enviciados a numerosos juegos de rol (¿qué es Second Life si no?), tanto de mesa como para ordenador o videoconsola.

El caso es que sí­, nos gusta mucho la tecnologí­a. Pero nos gusta más disfrutar de ella en la vida real: cogerla con las manos, sentirla, olerla, desgastarla, destriparla y, si se tercia, usarla como arma arrojadiza. Además, somos lo suficientemente guapos como para tener que crearnos un avatar de 2 metros de altura, con brazos gruesos como el pescuezo de Pavarotti y el vientre como una colchoneta de playa hinchable.

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