Atraido por la «irresistible» oferta de Telefónica, yo fuí­ unas de las millones de personas (según la operadora) que cambiaron de velocidad en el ADSL, y pasé de un mí­sero mega a tres… Ahí­ es ná!

El proceso burócrático del cambio duró unos pocos minutos y más que nada musicales, ya que para pasarme a un comercial me tuvieron escuchando la bonita sintoní­a de rigor.

Me advirtieron que el proceso durarí­a de cinco a diez dí­as en hacerse efectivo. Dicho esto, colgué y me fui a cenar. A la vuelta al ordenador, hora y media después, y al intentar abrir una página con el navegador, una «bonita» página de Telefónica irrumpe sin previo aviso en el monitor. Me informa que ya se ha producido la actualización y que los tres megas ya son una realidad para mi router.

Acongojado por la velocidad de ejecución y eficiencia me dispongo a utilizar mi flamante lí­nea «Ferrari» y realizo una prueba de velocidad para ver en la pantalla como es eso de tener tanto mega danzando de aquí­ para allá por el canuto. Le doy a comenzar y me empiezo a mosquear cuando al cabo de minuto y medio, la máquina sigue pensando y finalmente da un error. «Se debe haber caí­do la página», pensé ingenuamente. Pero todas las páginas a las que intentaba acceder estaban caí­das.

Me mosqueé mucho porque el correo electrónico, skype y todo lo que no fuera utilizar el protocolo http funcionaba perfectamente. Tras una decena larga de páginas no encontradas, decidí­ dejarlo para el dí­a siguiente.

Al dí­a siguiente, tres cuartos de lo mismo… Llamé bastante enfadado al 1004, que me tomó nota y me dijo que pasaba aviso al servicio técnico.

Ya en el trabajo, me di una vuelta por los foros de la gente que sabe de esto y encontré muchos casos parecidos al mí­o. El problema estaba claro: habí­a caí­do en las redes del proxy transparente de Telefónica.

Al llegar a casa, recibí­ una llamada de un técnico de Teléfonica (o filial) diciéndome que iba para casa a arreglarme el problema. Increí­ble, -pensé yo-, alguien que se preocupa de los problemas de sus usuarios.

Cuando llegó, el problema ya estaba solucionado. Algún ser piadoso de la central me habí­a desenchufado del famoso proxy y navegaba libre como el sol cuando amanece.

Así­ que le invité a una cerveza y poco más. Me comentó que lo iban a ir quitando paulatinamente (el dichoso cortafuegos) porque estaban desbordados con las peticiones de los «tres megas» y les daba miedo que se les cayera algo. En fin, cosas más raras verás…

Ahora funciona todo con normalidad, aunque de los tres megas prometidos llegan a duras penas a dos. Por 40 (cuarenta) euros al mes, ya estarí­a bien algo más…

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